Pelicula:

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El cine, loados sean los cielos, sigue deparándonos agradables sorpresas, tantos años después. Cuando parecía que todo estaba contado, que todo estaba dicho, que todo estaba inventado, llega una catalana con ancestros suizos, Nuria Giménez Lorang (Barcelona, 1975), graduada en Periodismo y de abigarrado y variopinto currículo de toda laya (en buena parte extramuros del cine), y nos presenta un film que no es documental ni ficción, ni viceversa, al que llamaremos docu-ficción por denominarlo de alguna manera, y que pone patas arriba el concepto de filmación, de narración escrita para la pantalla, de cine, en resumidas cuentas.

La génesis de esta My mexican bretzel es casi tan curiosa como la propia película: como decimos, Nuria tiene ancestros suizos, en concreto sus abuelos maternos, el matrimonio formado por Frank A. Lorang e Ilse Ringier. A la muerte del abuelo helvético, en 2010, Nuria y su madre acudieron a la casa suiza de su antecesor, donde encontraron, entre otras cosas, un cargamento de bobinas de cine amateur en 16 mm y 8 mm. Desde el principio, Giménez se dio cuenta de que ahí había un tesoro por explorar, una metafórica y preciosa escultura debajo del adusto bloque de mármol, y pronto se puso a darle forma. De las 29 horas de grabaciones que hicieron sus abuelos suizos para dejar memoria de sus vidas de personas de clase alta, de sus viajes turísticos, de sus singladuras en el yate familiar, Nuria fue extrayendo, poco a poco, la idea que late en este film singular, la de contar una historia que no es la historia de su familia, sino otra inventada por ella, de otros personajes, de otros momentos, de otras vidas, pero ilustradas con esas imágenes de su familia, ajustando fotogramas a textos, siendo estos los supuestos extractos del diario de una mujer, Vivian Barrett, de su matrimonio con su marido, Leon Barrett, quien tras un accidente de aviación tuvo que dejar el oficio de piloto, que le llenaba plenamente. Conoceremos a través de ese diario (falso, pero quizá tan verdadero, acaso una quintaesencia de las mujeres de su generación y de su clase) las vivencias de esta fémina, su adoración por el marido, el sesteo de una vida muelle, el amor clandestino conocido en un paraje paradisíaco, las dudas sobre su futuro sentimental (“me siento culpable de no sentirme culpable”, dice la falaz narradora), la atroz catástrofe que les devuelve, quizá en falso, a la realidad cotidiana, la infidelidad ajena que corroerá la tranquila rutina diaria.

Con una intuición que se entiende fruto de muchas horas de meditación sobre qué hacer con el material encontrado (una novísima forma de entender el “found footage” o “metraje encontrado”, en este caso verídico, aunque su uso sea en forma de brillantísimo “fake”), la película va desgranando esta historia tan ficticia en la realidad como verdadera en la presentación de sentimientos, emociones, vivencias, dudas y certezas de toda una generación. Apoyándose Giménez en textos (también imaginarios) de un supuesto maestro de la filosofía hindú, Paravadin Kanvar Kharjappali, cuyos muy peculiares aforismos, enunciados y axiomas tan bien convienen al tono del film, la directora consigue una obra extrañísima en su simplicidad, la historia de una acomodada mujer de mediados del siglo XX, y su vida alternantemente feliz y desgraciada con un hombre atormentado por el futuro que no pudo tener, siendo todo ello tan mentira como verdad, la verdad de la ficción aquí construida sobre la base de historias banales filmadas por una familia suiza que, quién se lo iba a decir, constituiría, más de medio siglo después, la base icónica sobre la que su nieta imaginaría la vida de otros.

Experimento formidable que juega, y de qué forma, con los silencios y con puntuales momentos en los que el sonido explota como una bomba, con una cuidadísima selección de las imágenes que ilustran sugestivamente, la triste y a la vez feliz vida de la supuesta Vivian Barrett, My mexican bretzel nos descubre sin duda un nuevo y portentoso valor del cine español, una directora con una rara capacidad para imaginar historias, y, sobre todo, para dárnoslas en un envoltorio nuevo, admirablemente creativo, distinto, sutil.

La película se inicia con una (falsa, claro está) cita del maestro hindú Kharjappali, ya mentado: “la mentira es solo otra forma de contar la verdad”. Como decimos en mi tierra: Lavangelio...

(21-03-2021)


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74'

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My mexican bretzel - by , Mar 21, 2021
4 / 5 stars
La mentira es otra forma de contar la verdad