La irrupción de Tiburón en 1975 supuso la llegada de una moda, la de grandes animales que se enfrentaban al ser humano con intenciones no precisamente benévolas. Uno de esos filmes, sin embargo, intentó hacerlo desde una perspectiva distinta. Esa película es Orca, la ballena asesina, en la que una orca macho, testigo de la cruel muerte de su hembra y de la cría que guardaba en su seno, comienza una persecución implacable de los arponeros. Hay, pues, un cambio de punto de vista: no es el ser humano el que es atacado por la ciega furia animal, sino que es el causante de la muerte de una bestia, y ha de arrostrar la venganza de su compañero.
Hay una cierta lectura ecologista en este filme, tal vez no del todo conseguido por la intención superficialmente aventurera que también lo anima. Se trataba de obtener una buena taquilla, siguiendo la moda al uso, y el guión no perfiló suficientemente las situaciones. Michael Anderson, un competente profesional inglés, es el encargado de dirigir eficazmente este producto; entre sus créditos están la realización de 1984, en su primera versión, La vuelta al mundo en ochenta días, Las sandalias del pescador y La fuga de Logan. Con Orca, la ballena asesina, consiguió un producto interesante, un punto ajeno a lo habitual en estas cintas.
En la partitura brilla la música de Ennio Morricone, y en la interpretación, además de Richard Harris, aparece la fascinante Charlotte Rampling, la protagonista de El portero de noche. También aparece por allí, antes de consagrarse con 10, la mujer perfecta, Bo Derek, y el más pequeño de los hermanos Carradine, Robert.
Orca, la ballena asesina -
by Enrique Colmena,
Apr 09, 2011
2 /
5 stars
Sutil cambio de perspectiva
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