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Jonas Carpignano (Nueva York, 1984) es un cineasta italo-norteamericano que ha crecido tanto en la Gran Manzana como en Roma. Tras algunos cortometrajes descubrió la peculiar localidad de Gioia Tauro, en Reggio Calabria, donde quedó fascinado con algunas comunidades como la de los inmigrantes africanos y los gitanos. De ahí surgió lo que él denomina la Trilogía de Gioia Tauro, compuesta por Mediterranea (2015), centrada en los refugiados africanos en la ciudad, A ciambra (2017), que partía del corto homónimo de 2014, ambientada en el barrio de igual nombre habitado por una numerosa comunidad zíngara, y que obtendría el apoyo en la producción del mismísimo Martin Scorsese, siendo galardonada con el David de Donatello a la Mejor Dirección, y ahora esta Para Chiara (2021), que cierra el ciclo localizado en la urbe calabresa.
La Trilogía de Gioia Tauro se caracteriza, entre otras cuestiones, por tratarse de historias que tienen un corte de docuficción: así, en Mediterranea los protagonistas son ellos mismos refugiados, y buena parte de lo que se nos cuenta les pasó realmente a los protagonistas, que lo recrean para la pantalla; igualmente sucede con A ciambra, autointerpretada por una familia gitana, y ahora también con esta Para Chiara, aunque aquí hay una diferencia: aunque todos los personajes están interpretados por actores no profesionales, y en concreto por los componentes de dos familias, los Rotolo y los Fumo, estos no se autointerpretan sino que actúan conforme a un guion de ficción escrito para ellos. La historia que se nos narra se inicia en el decimoctavo cumpleaños de Giulia, la mayor de las tres hijas de Claudio y su mujer; las otras dos son Chiara, de 16, y la pequeña Giorgia, un rabillo de lagartija de unos 6 ó 7años. El festejo, por todo lo alto, casi como si fuera una boda, es entrañable y emocionante para todos. Sin embargo, al día siguiente, tras una discusión que Chiara observa entre sus padres, su progenitor escapa mientras el coche familiar estalla con una bomba. A partir de entonces, y a través de informaciones fuera del entorno familiar (que se niega a contarle nada), la adolescente Chiara se entera de que su padre está en busca y captura por la Policía por actividades relacionadas con el narcotráfico dentro de la temible ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, circunstancia que ella desconocía absolutamente...
Lo cierto es que, a nuestro juicio, Carpignano ha mejorado considerablemente sobre su anterior film, A ciambra, que nos pareció en su momento sobrevalorado. Jugando cartas parecidas (un docuficción interpretado por no profesionales, pero como si fueran actores y actrices de verdad), el cineasta italo-yanqui consigue ahora una obra atractiva, el proceso de descubrimiento de quién es su padre, su familia, su entorno, por parte de una adolescente que, hasta ese momento, solo había tenido las preocupaciones típicas de sus pocos años: las triviales relaciones con sus hermanas y sus amigas, las redes sociales, la escuela... hasta que descubre que la economía familiar procede por completo del negocio del narcotráfico que emponzoña la vida de millones de personas en todo el mundo. Será ese el momento en el que la jovencísima Chiara deberá decidir qué hacer con su vida. En esa decisión, tan drástica como rupturista, deberá dejar tras de sí jirones de ella misma, deberá dejar atrás su sangre, su carne, pero también un futuro pavoroso, un futuro sin futuro abocado a la ilegalidad.
No deja de ser curioso que, en puridad, estamos ante una libérrima versión de El rey Lear, como se encarga de subrayar, “sotto voce”, Carpignano: cuando la joven está en su colegio esperando que vayan a por ella por cierta gamberrada realizada, la profesora les está explicando a los escolares la trama de la famosa tragedia de Shakespeare, que oímos en segundo plano mientras Chiara contempla la llegada de los Carabinieri. Y, en efecto, podría considerarse que el cineasta utiliza como cañamazo de su película la inmortal historia de El Bardo, con la familia en la que solo una de las tres hijas, Cordelia, se rebela contra los designios del padre, aquí su fuga indefinida y su firme intención (y la del resto de su familia) de no revelar a sus vástagos el infame origen de su “pane lucrando”.
En la decisión final de Chiara, claro está, habrá también lugar para la nostalgia, para la tristeza por lo perdido, en esa última secuencia, con su propia celebración de su decimoctavo cumpleaños, que cierra el círculo de este drama irisado de thriller, o viceversa, la historia de la súbita maduración, por los hechos acaecidos, de una chica hasta entonces sin más problemas vitales que cuál sería la próxima foto a subir a Instagram o qué ponerse para ir a la fiesta de la hermana.
Con buen ritmo narrativo, incluso por momentos con una muy conseguida tensión cocinada a fuego lento (como en el control policial de la última parte del film, que recuerda, por plantearse también un atroz dilema, el famoso semáforo en rojo de Los puentes de Madison), Para Chiara confirma que Carpignano, como su jovencísima protagonista, también ha crecido, y lo ha hecho muy bien. La peculiar circunstancia de que el film esté servido en su totalidad por actores no profesionales, además miembros de familias que interpretan a personajes que se llaman como ellos mismos, confiere una rara naturalidad al film: evidentemente, Carpignano ha debido trabajar muy duramente para conseguir esta frescura en la declamación de los diálogos.
Especial mención para la protagonista, Swamy Rotolo, la única que, curiosamente, no interpreta un personaje llamado como ella misma. Tiene esta chica un magnetismo personal muy especial: carece de técnica actoral, pero lo suple con una suerte de ciencia infusa que la hace ser extraordinariamente creíble. Nos parece que puede tener un futuro más que interesante...
(09-11-2021)
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