Lo he referido ya en alguna ocasión. Con motivo del estreno de El mariachi (1992), película que descubrió como director a Robert Rodríguez, un colega de la crítica, cuyo nombre lamento no recordar, dijo que con ese filme se confirmaba que se podía hacer una película igualmente mala con un presupuesto ínfimo (como era el caso: mil dólares de la época) que con presupuestos mastodónticos. Como en la vida todo se repite, con Paranormal activity pasó algo por el estilo. Con un presupuesto estimado de unos 15.000 dólares se recaudó, sólo en el mercado USA-Canadá (que funciona como una sola unidad de mercado, como el cinéfilo sabe) más de cien millones de dólares. Pero eso no quita para que la película de Oren Peli (cuyo apellido parece el apócope gracioso y coloquial de película en español) sea un filme tirando a lamentable, cuyo único interés radica precisamente en su premisa inicial, la de una pareja de jóvenes que viven juntos desde hace tres años, y que deciden, dado que oyen ruidos y cosas raras en su casa, grabarse por las noches (después de hacer sus "cositas", se entiende: no son tan tontos como Rob Lowe...) para ver si descubren qué es lo que está ocurriendo.
Por supuesto, las grabaciones empiezan a aportar pruebas de que realmente algo pasa en la casa. Tras la visita de un médium contratado "ad hoc", se enteran de que probablemente lo que ocurre es que un demonio se ha unido al entorno de la chica y que, aunque se muden de casa, la seguirá do quiera vaya. A partir de ahí nos encontraremos con el presumible escepticismo de él y la creciente mieditis de ella, que se sabe centro y eje de las cuestiones tenebrosas que están empezando a suceder en la casa, cada vez de mayor envergadura.
El problema es que, una vez planteada la situación, el guionista y director Orin Peli no sabe cómo llevar la trama para que no pierda interés. Intenta jugar la baza de la gradación del suspense, pero lo cierto es que es un mal guionista y como director tampoco se puede decir que sea John Ford (y perdón por la forma de señalar). Así las cosas, Paranormal activity defrauda considerablemente las expectativas despertadas, espoleadas por una (eso sí) inteligente campaña en internet, que vendía el filme como un auténtico found footage o metraje encontrado, cuando no es sino ficción pura y dura.
En lo que se puede considerar ya casi un subgénero, el falso found footage tiene ya una larga lista de títulos, desde el que le dio la carta de naturaleza de la que actualmente disfruta, la muy endeble El proyecto de la Bruja de Blair (1999) hasta obras mucho más interesantes, como Monstruoso (2008) o REC (2007), pasando por la que para mí es, por ahora, la obra maestra de esta fórmula de hacer cine, Chronicle (2012). El metraje encontrado requiere un talento del que obviamente carece Peli, por lo que sólo cabe elogiarle la artera campaña a través de internet para vender lo que no era sino humo, aunque fuera a costa de desperdiciar una interesante idea, la de ofrecer una perspectiva diferente del eterno tema de la Casa Encantada, en este caso permitiendo hacer creer al espectador que realmente podía asistir en vivo y en directo a los prodigios que se suceden en uno de esos raros inmuebles habitados por espectros, antiguos como el mundo; recuérdese, sin ir más lejos, el delicioso cuento entre lo cómico y lo terrorífico de Oscar Wilde, El fantasma de Canterville, publicado en la década octava del siglo XIX...
Sin embargo, la prodigiosa rentabilidad en taquilla que proporcionó esta endeble cinta propiciaría varias secuelas, sin que ninguna de ellas aportara lo que ya faltaba en la primera: auténtica calidad cinematográfica.
Los protagonistas, Katie Featherston y Micah Sloat, que interpretan con sus propios nombres, parecen haber caído en una suerte de maldición: desde que hicieron este filme, que pudiera suponerse el premio gordo de la lotería por la popularidad que otorgaron a una actriz y un actor hasta entonces manifiestamente desconocidos, no han vuelto a hacer más que las secuelas de esta primera parte de la saga, o en todo caso algún proyecto marcado por similares características: terror de plástico, de feble textura artística y con intención de reventar taquillas (cosa que, como era de prever, no ha sucedido).
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