Una viuda en la campiña francesa (en Drôme, concretamente, al sureste de Francia). Tiene dos hijos, una adolescente y un niño; serios problemas económicos con su explotación agraria; un labrador amigo que la corteja al que no quiere pero que puede suponer su salvación financiera. Un día atropella, sin consecuencias graves, a un hombre que resulta tener algún tipo de problema para relacionarse con los otros seres humanos, aunque también una prodigiosa capacidad para ordenar cosas, para analizar fríamente la realidad y para las matemáticas (seguramente estas tres cuestiones son una misma cosa…). La relación entre la viudita con dificultades económicas y el joven con problemas de comunicación promete…
Es curioso de qué forma trata el audiovisual la llamada enfermedad de Asperger: en la televisión norteamericana triunfa el personaje de Sheldon, aquejado obviamente de este mal, en la serie The big bang theory, donde es un científico reputado (también con el que nos tronchamos de risa, pero ésa es otra historia…); en este film francés un personaje con esa misma patología está en un tris de ser internado en un manicomio (vale, una residencia psiquiátrica…). Formas de ver la vida…
Pastel de pera con lavanda (por una vez, prefiero el título español: la traducción del francés sería algo así como El sabor de los buñuelos, que la verdad, en nuestra lengua suena regular) es una hermosa dramedia rural sobre el valor del diferente, sobre la necesidad de entender al otro, aunque el otro no sea como los demás. Rodada con ese tempo parsimonioso que es connatural al cine francés, que en ocasiones puede resultar moroso, pero que en este caso está perfectamente marcado como por un invisible diapasón narrativo, la película te gana por su sencillez, por su apuesta por las cosas simples y por la complementariedad de los sentimientos: a ebullición se le contrapone análisis; a caos se le aporta orden; a hipocresía social se le aporta desarmante sinceridad.
Éric Besnard, su director y guionista, tiene una trayectoria más dilatada en esta última faceta. Como realizador sólo ha hecho cinco largometrajes a lo largo de dieciséis años, lo que no se puede decir que sea mucho bagaje, si bien es cierto que con esta bella Pastel de pera con lavanda confirma que es un director con cosas que decir y que además las dice con frescura, con soltura, con naturalidad. Film finalmente protoecologista, reconforta su visión y reconcilia con el ser humano.
Entre los intérpretes me quedo en primer lugar con una estupenda Virginie Efira, una belga hasta ahora era poco conocida fuera del entorno francófono que le es natural, pero que tanto con este film como con Un hombre de altura empieza a sonar también en el exterior. Tiene Virginie una madurez como actriz y como mujer que gusta mucho; cumple a rajatabla el tópico de que la cámara la quiere: cualquier plano en el que aparece ella (y son casi todos) oscurece a los demás, incluso a exquisitos divos como Benjamin Lavernhe, de la prestigiosa Comédie Française, cuyo composición del individuo afectado por el Asperger es ciertamente notable.
(05-08-2016)
100'