Las películas con transferencia de personalidad no son precisamente nuevas. Sin ir más lejos, hace unos años vimos una española, dirigida por Eva Lesmes, que llevaba por título Pon un hombre en tu vida, que jugaba con el cambio de rol entre hombre (recio entrenador de fútbol) y mujer (muñequita linda). En este Ponte en mi lugar el motivo de diversión es ver entrecruzarse los muy distintos caracteres de una estricta madre cuarentona y estresada y su hija, una quinceañera que no se sabe si es más rebelde que imbécil, o viceversa. Por mor de una china vieja con más mala leche que la Bruja de Blancanieves, las dos intercambian sus cuerpos, para, tras los primeros problemas, empezar a comprender los motivos del comportamiento de la otra. Pero la (relativa) sorpresa se acaba pronto, una vez que las dos féminas aprenden más o menos a comportarse con sus nuevos cuerpos y todo transita a partir de entonces por caminos perfectamente previsibles, con un humor pedestre, sin chispa, que confirma que Mark S. Waters, su director, ya ha abandonado, quizá definitivamente, la senda independiente que le descubrió en el Festival Sundance con The House of Yes.95'