De Brad Bird teníamos la excelente referencia de El gigante de hierro y, en tono menor, de Los increíbles. Ahora, de nuevo al amparo de Pixar, la empresa de John Lasseter, ataca de nuevo con esta divertida Ratatouille, en la que ciertamente mantiene el tipo, aunque no puede decirse que alcance el nivel de su primer y extraordinario título.
Dentro del antropomorfismo habitual en el cine de animación, ahora le toca el turno a la rata, un animal con escaso predicamento entre la raza humana, aunque hay que recordar que el icono de Disney por excelencia, Mickey Mouse, es un ratón… Ratatouille, como casi todo el cine de animación moderno, reincide en la temática del diferente: aquí es la rata protagonista, Remy, poseedor de un excepcional gusto y olfato, que le hace tan distinto de sus congéneres y le inclina hacia una afición en principio tan distante a sus intereses como la alta cocina.
Llegará la separación traumática de su clan, que no comprende sus veleidades, y su entrada de tapadillo a un restaurante de “nouvelle cuisine” un tanto de capa caída, donde trabará conocimiento con el recién llegado pinche, al que convertirá, “velis nolis”, mediante una técnica no demasiado lejana a la de las marionetas, en un reputado chef.
Tendremos al malo de turno (para la ocasión dibujado con los rasgos de un Yafar en versión llavero…), a la bella (aquí una cocinera de armas tomar y rasgos levemente asiáticos), al pánfilo (el adolescente protagonista, con toda la pinta del Gabino Diego joven de Las bicicletas son para el verano) y, sobre todo, un personaje excepcional, el del crítico gastronómico, divertidísimo en su representación, un ser que recuerda poderosamente la iconografía y la magia siniestra de Nosferatu, el vampiro de Murnau y Herzog, un toque de cuasi terror que parece ajeno al tono blanco del filme.
Estamos pues, ante una película ciertamente deliciosa visualmente hablando, con una representación parisina inspirada en alguna medida en el “art decó”, pero “aggiornada” con el toque de volumen que representa la animación por infografía.
Bird domina perfectamente el medio, si bien esta vez parece que no ha querido “salirse del guión” y darnos sólo (ya es bastante, lo sé) un entretenido relato ideal para el aleccionamiento de los tiernos infantes, para seguir insertando en sus mentes mediante cargas de profundidad que ser diferente no es malo; no sé si se conseguirá, tras el bombardeo al que nuestras criaturitas están sometidas diariamente a través de los medios de comunicación, en un sentido muy distinto.
En cualquier caso, Ratatouille es un buen producto, que cumple holgadamente sus expectativas comerciales, pero al que (salvo el postrer episodio del crítico gastronómico, espléndido) se le debería, se le tendría que exigir algo más de riesgo…
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