Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo Bajo Demanda (VoD).
Isao Takahata ha pasado a la Historia del Cine (murió en 2018) como el creador de dos de las series televisivas más famosas del anime japonés, dos series que son conocidas en todo el mundo, Heidi y Marco, de los Apeninos a los Andes. Ambos personajes principales, y otros secundarios (Pedro, Clara, la señorita Rottenmeier, el mono Amedio) pertenecen hoy día a la cultura popular y su invocación es recurrente. Además, Takahata tiene un lugar para la inmortalidad como uno de los miembros fundadores de Studio Ghibli, el más importante, fecundo y creativo de los estudios japoneses dedicado al anime, una productora a la que Takahata también aportó varios films como director. Se puede decir sin faltar a la verdad que Isao fue, en alguna medida, el ideólogo de Ghibli: sus ideas sobre el ecologismo, la familia y la Naturaleza impregnaron no solo sus películas sino también las de su discípulo más aventajado, Hayao Miyazaki, quien se considera con razón el líder de Ghibli.
De las películas que Takahata hizo dentro de Studio Ghibli, que no fueron muchas (La tumba de las luciérnagas, Recuerdos del ayer, Pompoko, Mis vecinos los Yamada y El cuento de la princesa Kaguya), quizá sea esta Recuerdos del ayer la que conecta mejor con una de sus ideas fundamentales, la del regreso a los valores tradicionales del Japón.
La acción se desarrolla a comienzos de los años noventa del siglo XX. Taeko es una chica de 27 años que trabaja en la ciudad, pero desea volver al campo en verano para recordar su niñez en él. La chica va recordando su infancia, cuando estaba en 5º de Primaria y era una niña más bien caprichosa, olvidadiza y poco dada al estudio. Ya en el campo queda encantada por la vida tranquila y sosegada de los lugareños, y se reencuentra con uno de sus amigos de la niñez, que será su cicerone en el regreso al agro, y con el que tendrá una conexión especial...
Como decimos, Recuerdos del ayer es la más cercana a la idea de vuelta a los valores tradicionales japoneses que plasmó Takahata en una película. La evocación de los recuerdos del pasado de la niñez, pero también sus experiencias ya como veinteañera larga que vuelve al paisaje de su infancia, abonan esa impresión. Todo en el campo aparece nimbado de mensajes positivos: el paso del tiempo, cadencioso, sin estridencias, la ausencia del estrés típico de la ciudad, el noble trabajo manual cuyo resultado es palpable a ojos vistas, suponen un callado elogio bucólico, un retorno al universo dichoso de la niñez, un regreso a la Arcadia feliz.
Está preñada Recuerdos del ayer de una poesía rural, un modesto lirismo agrario de las pequeñas cosas, de las tareas cotidianas, con un costumbrismo que a ratos parece casi documentalismo, en especial en las secuencias que describen la recogida, manufactura y usos del cártamo, la humilde flor amarilla que supone el cultivo principal de la zona. Hay también una sutil contraposición del consumismo estúpido de la ciudad con la sencillez espartana de la vida del campo, en lo que podría ser un lema que viniera a decir “a la felicidad por las pequeñas cosas sencillas”, en una genuina reivindicación del campesino en su trabajo en la Natura, cuyo respeto hacia ella la perpetúa.
Por supuesto, ese mensaje irá calando en la protagonista, aunque curiosamente, tras una escena familiar que hoy se reputaría de una impertinencia insoportable (y que no podemos destripar, lógicamente), la chica tomará su decisión definitiva... pero ya en el tiempo de los créditos, cuando la película ya parecía haber terminado, en una forma de resolución ciertamente infrecuente y ciertamente arriesgada.
El dibujo es muy realista, en especial en el tiempo actual; se podría decir que es incluso hiperrealista, busca la exactitud de la figura humana, del movimiento, del paisaje, mientras que en la evocación de la infancia de Taeko se permite un trazo más ligero, más típico del anime habitual. También en las escenas románticas el dibujo se hace más evanescente, menos realista, más ensoñador, dando paso a la fantasía como de volar típica de estar enamorado.
El recuerdo de la infancia de Taeko estárá plagado de detalles curiosos, como la excitación de la juventud durante el viaje que los Beatles hicieron a Japón en 1966, pero también con los primeros y tan inocentes escarceos amorosos, además de un tema tabú en el cine de la época, la llegada de la regla en las niñas en un contexto de educación mixta, con los correspondientes rubores de las chicas y la habitual y estúpida falta de tacto de los chicos. Esos y otros recuerdos de la infancia servirán a Taeko para plantearse, en la edad adulta, qué es lo que quiere hacer con su vida. En ese sentido, Recuerdos del ayer termina siendo la búsqueda de la resolución de una crisis existencial, en la que la protagonista llega a un punto de no retorno en el que tendrá que replantearse seriamente su vida.
(22-05-2020)
118'