La cinematografía inglesa tiene una gran tradición de cine social que suelen hacer directores como Ken Loach, en cuyas películas exponen la problemática obrera en muchos casos y el drama de sus situaciones al límite ocasionadas por la falta de trabajo o la explotación de éstos por los empresarios. En este grupo se puede considerar este film que narra la historia de Joseph, un viudo solitario, de carácter irascible y muy violento, que baña su soledad en el alcohol. En cierta ocasión conoce a Hannah, una mujer madura, muy devota, que trabaja en una tienda de artículos de segunda mano cuya recaudación va destinada a los más pobres, en la que halla refugio y consuelo. Hannah también tiene su calvario: maltratada por un marido celoso y brutal, busca en él su tabla de salvación. Es el retrato realista de dos personas perdidas en busca de su redención entre las que se establece una relación amorosa nada convencional a pesar del ambiente hostil en el que ambos viven.
El actor Paddy Considine debuta en la dirección con éste su primer largometraje del que igualmente ha escrito el guion que, según parece, ha sacado de determinadas experiencias personales, para contar este duro drama con el que intenta demostrar que hasta en las situaciones más adversas siempre hay una solución a los problemas para salir adelante y ahuyentar los propios demonios, si se cuenta con la ayuda adecuada, como les ocurre a nuestros personajes.
El director ha elegido la historia hiperrealista de este atormentado obrero debido a su frustración que está en constante pelea contra el mundo, que encuentra la amistad de esta mujer, el amor y su comprensión hasta el punto de sacrificarse finalmente ella tomando una determinación al límite.
El guion, con un arranque duro y violento, en el que se nos pinta de un brochazo el pésimo carácter de Joseph, tiene la habilidad de dosificar sabiamente las situaciones dramáticas y dirigirlas a mostrar un rayo de esperanza que arregle esas vidas terribles en cualquier instante.
Cinta fuerte y deprimente llevada con el ritmo adecuado, con buen pulso en la narración, con un notable gusto al seleccionar los encuadres, predominando los primeros planos que nos muestran el interior de los maltratados personajes, a lo que contribuyen los colores apagados de la fotografía de Erik Wilson.
Peter Mullan interpreta a Joseph, cuya vida cambia por completo al conocer a Hannah, que hace un estupendo trabajo del introvertido personaje, al que da una extraordinaria respuesta Olivia Colman, actriz poco conocida, pero no por ello con una actuación menos memorable. Ambos fueron reconocidos en su buena labor al lograr el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance 2011, donde igualmente fue galardonado el director Paddy Considine.
Redención recibió también el Hugo de Plata en el Festival de Chicago, el Premio del Público en el Festival de Tesalónica y el Bafta a la Mejor Película. Tras lo visto creemos que todos estos trofeos son de sobra merecidos.
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