¿Imaginan una película en la que se justificara al responsable de la matanza de My Lai en Vietnam, al matarife de Sabra y Chatila en Líbano, o al asesino de Sebrenica, en Bosnia? Pues algo así es este Reglas de compromiso, con lo que el cine militarista yanqui da una vuelta de tuerca más en sus obsesiones: los soldados (sobre todo si son oficiales: los de a pie ya se sabe que son carne de cañón, civiles coyunturalmente vestidos de uniforme...) son siempre rectos, heroicos, patriotas, y los políticos (mayormente si son del Partido Demócrata) son felones, ruines, una chusma que sólo busca su propio interés.
Da igual que, en este caso, la culpabilidad del héroe y asesino con galones sea tan evidente: es un cine tan miope, tan creído en sus propias y nefastas convicciones, que no se da cuenta de que se les ha ido la mano en la pintura negra (y no es un chiste fácil, dada su raza) en el personaje del controvertido militar causante de una matanza sin nombre.
Como da igual que dirija un veterano cineasta como William Friedkin, el que, desde El exorcista, no ha vuelto a hacer nada medianamente decente. ¡Qué bajo ha caído para prestarse a este ignominioso proyecto! Más pena da ver a gente tan buena como Tommy Lee Jones o Samuel L. Jackson embarrados en este producto alimenticio, que les habrá permitido, sin duda, engordar sus cuentas corrientes, pero también manchar innecesariamente unas trayectorias generalmente ejemplares. ¡Ah, qué duro es comer caviar todos los días, argumentarán!
Reglas de compromiso -
by Enrique Colmena,
Jan 01, 2000
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5 stars
Héroe y asesino
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