Reservoir dogs

Con motivo del trigésimo aniversario de su rodaje, esta película se repone en salas de cine con honores de estreno. Recuperamos la crítica que en su momento publicamos en CRITICALIA.

Quentin Tarantino es, a qué dudarlo, uno de los grandes descubrimientos del cine de los últimos treinta años. Empezó como actor y guionista en los años ochenta, consiguiendo a principios de los años noventa debutar en la dirección con esta Reservoir dogs, que causó sensación en el Festival de Sundance (el certamen “indie” por excelencia, como es sabido), suponiendo el más afortunado comienzo de filmografía de un director de los años noventa. Posteriormente Tarantino se ha consolidado como un cineasta ecléctico, imprevisible, con gran influencia en su cine de películas clásicas y populares, pero a su vez también un claro referente para el cine que se viene haciendo desde los años noventa para el siglo XXI, hasta el punto de que se ha acuñado el término “tarantiniano” para un cierto tipo de cine que recoge ciertas constantes de su obra, como una violencia exacerbada y sin filtros y un poderoso “crescendo” en el suspense. Su cine posterior (Pulp Fiction, Jackie Brown, Malditos bastardos, Django desencadenado, entre otros) ha confirmado su desprejuiciamiento, su poderosa personalidad y su cualidad de influyente hombre de cine de nuestro tiempo.

Al comienzo del film asistimos a una reunión en la que varios hombres están reunidos para perfilar los detalles de un atraco que van a acometer. No se conocen entre sí, y cada uno de ellos será conocido por los demás por nombres de colores: Amarillo, Rosa, Marrón... Inmediatamente después asistimos a una escena en la que, una vez cometido el atraco, este no ha salido ni mucho menos como se esperaba y ha habido una violenta refriega. Dos de los atracadores, uno de ellos herido en el vientre, se dirigen al punto de encuentro, una nave en el extrarradio de la ciudad, donde deberán esperar a los otros...

El film creó escuela, estableciendo determinados cánones que, desde entonces, se utilizan con profusión en el thriller: recurrencia a la violencia desmesurada, con una exhibición cuasi pornográfica de la misma, o de sus efectos; tensión insoportablemente creciente; diálogos inteligentes llenos de palabras malsonantes. Como película funciona muy bien, jugando con la gigantesca elipsis del atraco y dándonos solo escenas previas y posteriores al mismo, y jugando también, en el tema de fondo, con las suspicacias de los distintos miembros de la banda sobre quién puede ser el soplón o el poli infiltrado que ha hecho naufragar el atraco. Por supuesto, no sería ocioso rastrear en el film la influencia de clásicos como Esperando a Godot, la obra teatral de Beckett, de la que toma claramente la espera de dos personajes de otro que ha de llegar pero no termina de hacerlo.

Narrada con soltura por un cineasta que nadie diría hacía con este su primer film como director, es evidente que con posterioridad Tarantino ha mejorado en su estilo, pero ya aquí se apreciaba el genuino talento cinematográfico de un hombre que, ciertamente, ha revolucionado el cine de los últimos treinta años.

Notable reparto compuesto solo por varones, además todos ellos muy entregados, destacando un Harvey Keitel que, además de interpretar, coproduce el film, así como Tim Roth, en uno de esos papeles con muchos matices que él tan bien interpreta, y un Michael Madsen cuyo personaje es el epítome de la crueldad, por no decir el sadismo, en un rol ciertamente inolvidable.

(18-03-2019)