A los directores, cuando tienen un éxito comercial, se les abren las puertas para hacer nuevos proyectos, como si la presencia de su nombre fuera una garantía para tener otro taquillazo. Algo así ha sucedido con Eric Toledano y Olivier Nakache cuando ambos dirigieron Intocable (2011), que fue un boom en Francia en mayor medida e igualmente en Alemania y en España.
Con Samba no sólo han vuelto a contar con el actor de color Omar Sy, sino que además le hacen formar pareja con Charlotte Gainsbourg, que viene que obtener un triunfo escandaloso con Nymphomaniac (2013), aunque en este caso hace un papel que es la otra cara de la moneda.
Tenemos que advertir que Samba no es una comedia, sino todo lo contrario, un drama sobre la inmigración, los sin papeles y todos los problemas que encuentran cuando se hallan en un país, que no es el suyo, y al que han llegado de forma ilegal.
La vida de Samba Cissé, un senegalés que llegó a Francia hace diez años y siempre ha tenido trabajos basura, consiste en luchar por conseguir ser ciudadano legal en ese país, y está dispuesto a hacer lo que sea para obtener un permiso de trabajo legal, ya que está en riesgo de expulsión. Samba se cruza por casualidad con Alice, una burguesa ejecutiva que pasa por un momento personal complicado. Ha tenido que dejar su trabajo de alta ejecutiva a causa del estrés y se ha apuntado como voluntaria en una ONG. Cuando conoce a Samba, entre ellos se establece una relación tan honesta y romántica como imprevisible, ya que ambos intentan salir de los respectivos callejones sin salida que son sus vidas. Al intimar se darán cuenta de que juntos podrían ser felices.
El guion, que adapta la novela Samba para Francia, de la cineasta Delphine Coulin, cuenta esta sencilla historia íntima y personal, sobre el dramatismo de estas dos personas tan diferentes, pero como los polos de distinto signo se atraen se sienten bien juntas, aunque tengan que franquear las barreras que los separan, como es el caso de los sin papeles sin trabajo. Los diálogos no tienen mucha fuerza, pero el diseño de personajes está bien logrado, como los de otros figurantes, caso de los amigos, y la relación del final es creíble.
La dirección nos resulta un poco plana, sin altibajos emocionales que eleven el nivel de cara al espectador de un metraje del que se podía haber suprimido algunos minutos y ganaría en agilidad.
En la interpretación nos quedamos con el extraordinario papel de Charlotte Gainsbourg que hace a cara descubierta de forma perfecta, por cuyo trabajo fue nominada a los premios Lumière como mejor actriz principal, bien seguida por Omar Sy, y haciendo el contraste un divertido Tahar Rahim que se hace pasar por brasileño para ligar, mientras que Izïa Higelin fue nominada al César como mejor actriz de reparto.
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