En esta nueva entrega, los cuatro supervivientes de la última masacre de Woodsboro, se van a Nueva York: son Sam y Tara Carter, Chad y Mindy Meeks-Martin, que seguirán sus estudios sobre cine. Sam Carpenter, la hija ilegítima de Billy Loomis, el primer Ghostface, con su hermanastra Tara, que pronto verán que son perseguidas por el fantasma de la triste careta y que no hay manera de ocultarse en la ciudad de los rascacielos. La primera en caer es la profesora y lo hace de manera sangrienta apuñalada de forma sádica. Esto aumenta la venta de máscaras en fechas de Halloween y también los posibles asesinos sueltos.
No será el único crimen del sádico criminal que sigue persiguiendo a las apuradas hermanas que amenazan con irse. Unos personajes son asesinados mientras otros entran en el capítulo de los sospechosos hasta que recurren al agente de policía Bailey que es padre de uno de ellos. Entre tanto se ha creado un museo, en un cine abandonado, con los elementos de las películas que es una trampa sin salida.
El guion de James Vanderbilt y Guy Busick, que oculta de principio la relación familiar existente entre algunos personajes, o de dar pistas falsas sobre otros, no hace más que crear situaciones absurdas, en las que, tras ser apuñalados se reponen rápidamente, como si no hubieran sufrido ningún ataque, y a veces se contradicen a sí mismas al situar al asesino en varios lugares a la vez, hasta que al final se saca la solución de la manga siendo el que menos se espera.
Esta nueva entrega, de la que han transcurrido 27 años, es más sangrienta que las anteriores, además de la más larga, y con un mayor número de asesinatos, lo que aumenta la tensión.
Seis capítulos de esta franquicia, iniciada en 1996, que ya venía de estar agotada desde casi su creación, son demasiados, no obstante siempre hay un nuevo público joven que es aficionado al género y que a buen seguro será el estreno más comercial de la semana.
El protagonismo lo vuelven a tener los cuatro actores, Melissa Barrera, Jenna Ortega, Jasmin Savoy Brown y Mason Gooding, de la entrega anterior que vuelven a estar en peligro de ser asesinados.
En la dirección continúa la pareja de Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, que ya realizaron la anterior a la muerte de Wes Craven y que siguen en la misma línea.
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