Estreno en Movistar+.
Charlène Favier (Lyon, 1985) es una directora, guionista y productora francesa que hasta ahora había realizado cuatro cortos de ficción y un mediometraje documental. En sus cortos las temáticas han sido casi siempre las relacionadas con los conceptos de mujer y joven, y cuando ha dado el salto a este su primer largo, Slalom, sigue con ese tema, en el que se ve que Favier se siente cómoda y le interesa especialmente.
La acción transcurre en nuestro tiempo, en la francesa región de Saboya, situada al Este del país, ya colindante con Italia. Allí conocemos a Lyz Lopez, una adolescente de 15 años que está en un equipo de esquí, bajo el mando de Fred, un hombre como de 40 años, rígido entrenador que exige mucho a todos sus pupilos. Fred parece ver en Lyz una futura campeona, y parece esforzarse mucho para que ésta mejore. La joven es hija de pareja separada, viviendo con su madre, si bien ésta ha conseguido trabajo en Marsella y la chica vive prácticamente sola. En ese contexto, la relación entre Fred y Lyz se irá estrechando peligrosamente...
El tema de los abusos sexuales en el deporte está de candente y lamentable actualidad, con casos relativamente recientes como el del equipo de gimnasia artística y la condena a cadena perpetua de su médico deportivo, Larry Nassar, un escándalo ciertamente asqueante. Esta Slalom se ambienta en otra disciplina deportiva, el esquí, y Favier presenta este caso ficticio aunque libremente inspirado, según ha declarado, en algunas de sus experiencias adolescentes en otros deportes. Lo cierto es que nos parece una aproximación interesante al tema, si bien creemos que el resultado no ha sido todo lo óptimo que hubiera sido deseable. Porque la historia, aunque intrigante y previsible (en este caso eso no es negativo, por supuesto), termina resultando un tanto ambigua, con ese comportamiento de la chica que da la impresión de que no solo se deja llevar por la conducta absolutamente impropia (por decirlo de una forma suave...) de su entrenador, sino que parecería que ha desarrollado algo parecido a un amor juvenil hacia él, quizá a falta de la figura de referencia paterna, “desaparecida en combate”, y tampoco despertando demasiado interés en su madre, entre su trabajo fuera de la zona y un nuevo novio; hay, en ese sentido, un cierta denuncia, no demasiado acre, sobre la desidia familiar en esas edades, poniendo al zorro al cuidado de las gallinas, con los resultados imaginables...
Así las cosas, la película funciona en tanto en cuanto presenta un caso flagrante de abuso sexual, con agravante de menor a cargo de un mayor, además este con prevalencia sobre la chica por mor de su cargo de adiestrador deportivo. Pero la abyecta conducta nos parece que la directora la da de forma tan suave, tan desvaída, que no parece que estemos ante la denuncia de un abuso inaceptable sino ante una relación entre iguales, cosa de la que de ninguna manera se trata.
Busca Favier la frescura en la narración, con frecuencia rodando cámara en mano para un mayor realismo, afortunadamente no con formas mareantes, lo que tanto le agradecemos. Gusta la sobriedad con la que está rodada, la falta de dramatismos estentóreos, acercándose con tacto a una adolescente que habrá de atravesar por una situación extremadamente dolorosa sin contar prácticamente con asideros a los que agarrarse: ni familiares, ni amistosos, ni siquiera afectivos entre los muchachos de su edad, aunque lo intenta. La película está bien contada, con fuerza y buen ritmo, a pesar de lo cual, como indicamos, nos parece que se ha quedado a las puertas de ser el gran film que se intuye podría haber sido, quizá si la directora hubiera estado ya fogueada en el largometraje, formato que, evidentemente, requiere de un tempo, de un tono, de una metodología narrativa diferente a los cortos en los que hasta ahora se había desempeñado.
Hay, claro está, un buen puñado de hermosas imágenes de los paisajes nevados, con o sin esquiadores, con frecuencia filmados con bellos planos cenitales que resultan espectaculares, en una película en la que nos ha gustado mucho la protagonista, Noée Abita, a la que ya habíamos admirado en Génesis (2018). Por cierto que su aspecto aniñado permite escenas un tanto escabrosas, imposibles, lógicamente, con una actriz de 15 años, cuando ella ya había cumplido, al rodar este film, los 19. Jérémie Renier, actor fetiche en otro tiempo de los hermanos Dardenne, hace un trabajo interesante, matizado, ajustado a lo que se pedía.
(17-03-2022)
92'