Parece que la fascinación de Tim Burton por esta especie de cuento popular yanqui (puesto en letras en su momento por Washington Irving) viene de lejos; estamos, pues, ante una auténtica cabezonería del mágico director de las dos primeras entregas de Batman. Y no es para menos: se trata de una intriga policíaca ambientada en un pueblecito del profundo USA de finales del siglo XVIII, a donde llegará un detective más bien torpe y tirando a cobardica, una especie de tatarabuelo del inspector Clousseau, para encontrarse con el misterio de un jinete de cabeza rebanada que va, a su vez, decapitando a ciertos prohombres (y algunas mujeres) del lugar. El detective pierde la cabeza (figuradamente, en este caso) por la bella de turno, una Christina Ricci de figura algo menos neumática de la que nos tiene acostumbrados, pero pronto tendrá que enfrentar su racionalismo cartesiano del incipiente Siglo de las Luces con la cruda realidad: existe vida más allá de la muerte.
Como ya es habitual en Burton, con frecuencia interesa más el continente que el contenido: visualmente Sleepy Hollow es deslumbrante, con una atmósfera de terror gótico que alcanza sus mejores secuencias cuando aparece el temible jinete sin cabeza, un Christopher Walken (en las contadas veces en las que le dejan ir con la testa sobre los hombros) realmente espeluznante, mezclado con el también clásico humor paródico burtoniano. En cuanto al fondo, no estaría desencaminado hablar de fustigamiento de las fuerzas vivas (todos con alto índice de "renta per capita"): médico, magistrado, notario, cura, empresario, aristócratas... son retratados como seres mezquinos, codiciosos, lábiles, criminales. La propia policía aparece encarnada por un individuo (estupendo Johnny Depp) débil, un tanto pirado y con más miedo que siete viejas.
Aunque preferimos otras películas de Burton, como, sobre todo, Eduardo Manostijeras, Ed Woodo la deliciosa Pesadilla antes de Navidad(que no firmó como director pero cuyo espíritu impregnaba todo el filme), su cine siempre tiene interés, siempre suscita reflexiones, aparte de mover con frecuencia a la risa o al terror, alternativamente o, lo que es más raro, simultáneamente. Juguete cómico-pánico, intriga gótico-romántica entre el cuento de hadas y el pandemonium, no estamos ante un producto comercial USA al uso; por eso mismo es tan reconfortante su éxito en taquilla: aún podemos salvarnos, no estamos totalmente alienados...
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