Sigue Tim Burton en la cresta de la ola; tras las ascendentes Bitelchús y los dos primeros Batman, más ese prodigio de sensibilidad macabra que es Pesadilla antes de Navidad (aunque dirigida por Henry Selick, el sello del productor y "alma mater" Burton es evidentísimo), nos sorprende con este biopic que no lo parece.
Y es que las biografías en Hollywood son, como norma, naftalinosos homenajes a grandes hombres o mujeres. En Ed Wood no ocurre eso; y no lo es porque el biografiado no era precisamente un dechado de cineasta, y mucho menos de virtudes: pérfidos (o quizá no tanto) críticos lo proclamaron El Peor Director de la Historia del Cine, así, con todo lujo de mayúsculas, para que no hubiera lugar a dudas. Pero sobre todo no es la típica hagiografía porque Wood está muy lejos del arquetipo santurrón que tanto gusta al público USA: travestido por compulsión, aunque heterosexual (lo que lo hacía aún más raro), afanoso director de rodajes supercutres, reunió en su entorno a una auténtica parada de monstruos, desde el viejo y morfinómano Bela Llugosi a una montaña con forma de luchador de "catch", pasando por dos tontos muy tontos y una vampiresa de pacotilla.
Pero por encima de la azarosa existencia de este hombre pequeño que quiso (y no pudo) ser grande, quedan en este hermoso filme dos grandes ideas: una, la bellísima amistad de Wood con Lugosi (espléndido Martin Landau), del que será director, enfermero, sobre todo amigo; y dos, una deliciosa declaración de amor al cine. Ed Wood quería hacer películas y las hizo: que el resultado no fuera para tirar cohetes no invalida su existencia.
125'