Mujeres enamoradas

CRITICALIA CLÁSICOS

Disponible en Filmin.

Siempre excesivo y ególatra, Ken Russell quizás quiso superar a Claude Lelouch y su afamada y exitosa Un hombre y una mujer en ésta cinta que rodó no muchos años después, a finales de 1969, contándonos la historia de un idilio que se duplica en protagonistas, y siguiendo la novela de  D.H. Lawrence, que escribió en 1920, unos años antes de su más famosa "El amante de Lady Chatterley". Ambos -cineasta y escritor- tendrían muchos puntos en común, como por ejemplo ser motivo de escándalo en una sociedad inglesa, donde los temas sexuales parecían estar condenados en un ambiente mayormente puritano, sobre todo en tiempos del escritor. Ya en 1976, el escritor y guionista Jack Fisher decía que a ambos les cuadraban los calificativos de “obsceno, vulgar, baladí, sobreexcitado, sucio, chillón”.

Sobre Ken Russell, uno es de los cinéfilos (o más modestamente, aficionados al cine) que piensa que fue siempre un director un tanto pasado de rosca. Después de algunos escarceos en la fotografía, trabajó en la televisión, siendo en cine su primera obra comercial y conocida Un cerebro de un billón de dólares, en 1967, por encargo de Harry Saltzman (el productor de James Bond),  y un par de años después nos da su primer título de envergadura con esta Mujeres enamoradas, producción británica pero ya con distribución de United Artists y de la 20th Century Fox, y que lo pone  en un primer plano, que no abandonará en casi toda su carrera.

De Russell se ha dicho que es el cineasta de los músicos. De alguna u otra manera aparecen por su obra Claude Debussy, Edward Elgar, Béla Bartók, Piotr Ilich Tchaikovsky, Gustav Mahler, Franz Liszt... y dejando a los clásicos también le debemos Tommy, en 1976, su versión fílmica de la ópera rock del grupo The Who, uno de los muchos que aparecieron en Reino Unido, tras el histórico impacto de los Beatles. En ella aparecían también músicos como Tina Turner, Eric Clapton, Elton John... y gente del cine como Ann-Margret, Oliver Reed, Robert Powell o Jack Nicholson.

Pero volvamos ya a estos señores y señoras enamorados (dos íntimos amigos, dos hermanas, y otra mujer como testigo...), que tienen en común su afán de inconformismo y su deseo sexual, y encuentran en la naturaleza el escenario ideal, junto a un confortable palacete. Hay un cierto panteísmo (y otra naturaleza no tan apacible, en el bosque) en el ambiente y en las conductas, en estos hombres que luchan desnudos e intiman junto a la chimenea, en estas hermanas que desdeñan la monotonía y la monogamia, y en las que todos buscan la heterosexualidad. Y visto la carrera de Russell ya en perspectiva, resulta claro que este film queda como uno de los más coherentes y equilibrados, pero tampoco echando las campanas al vuelo...

Clave en la cinta son los actores, que llevan en buena parte el peso del film. Ellos son Alan Bates y Oliver Reed, en unos roles que les lanzaron ya a un  primer plano del cine británico, y ellas son Glenda Jackson y Jennie Linden (de insignificante carrera luego), con Eleanor Bron como la espectadora de las peripecias de unos y otros. Sobresale obviamente una Glenda Jackson, joven y madura a la vez, que obtuvo el Oscar de Hollywood (merecidísimo) y contribuyó sin duda a potenciar el éxito del film, muy lejos aún -Glenda- de ese 2008 en el que ingresó en el Parlamento como diputada del Partido Laborista. Pero mucho más cerca, en 1973, de lograr su segunda estatuilla de la Academia por su trabajo en Un toque de distinción, de Melvin Frank, una comedia romántica en la que lo mejor era su interpretación.

En cuanto a Mr. Russell, le quedaba aún la gran parte de su filmografía, que redondeó en una veintena de cintas en las que siempre dejó su impronta en mayor o menor medida. De todas ellas, uno se decanta por buscar los extremos de su rechazo o de su agrado. En el primer caso estaría, en 1971, Los demonios, sobre los heréticos y endemoniados de Loudun, en la Francia del siglo XVII, cinta llena de sadismo y torturas, muy desagradable. Mientras en la parte positiva destaca, por el contrario, El mesías salvaje,  justo un año después, 1972, un film luminoso, juvenil, que nos cuenta los avatares del original escultor francés Henri Gaudier-Brzeska, que se enamora de una mujer mucho mayor que él, pero compaginando gozosamente el uno con el otro.

Esta Women in love que hemos comentado se estrenó muy tardíamente en España, y fue ya en 1976. En una crítica de ese momento se decía algo que podríamos subrayar -por su certera opinión- de que estábamos ante "la mejor película de Russell, su  primera obra importante... y salvo un par de excepciones, la última también".  Mucho tiempo después casi, casi se puede decir lo mismo...

(08-12-2024)