Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS

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[En la muerte de Anouk Aimée (1932-2024), recuperamos, en su memoria, la crítica de su película más famosa, la que la hizo tremendamente popular]

Claude Lelouche (París, 1937) consigue un gran éxito, el mayor de su carrera, hasta el punto de que el resto de su obra se ha visto marcada ya vitaliciamente, con este sin duda llamativo Un hombre y una mujer, un drama romántico entre corredor de coches y señora del mundo del cine. En su momento impactó muy fuertemente en el público, mientras que la crítica de la época se mostró siempre muy reacia ante este caramelo agradable y esforzado, que buscaba un esteticista rupturismo en la forma pero, desde luego, no en el fondo, en el que resultaba bastante convencional. El tiempo ha venido a situarlo en su justo punto, ni la obra maestra que creyeron ver los espectadores deslumbrados por las vistosas maniobras formales de Lelouch, ni la bazofia sentimentaloide e incomestible que reputó la exquisita “inteligentsia”, que en aquella época andaba más a lo de Godard, una "gauche divine" en vísperas de convertirse mayoritariamente al maoísmo (que ya eran ganas, con la abyecta Banda de los Cuatro empezando a hacer de las suyas...).

Tantos años después el film se revela como una historia bonita, en el sentido más sencillo y literal de la expresión, con curiosos juegos cinematográficos como el virado de colores en algunas secuencias, lo que fue motivo de onanismos mentales varios en su tiempo, aunque fueran simple humo de pajas (uy, con perdón, dado el tema...) del autor; continuos “flashbacks”, ahora tan pasados de moda; y un interminable trávelin circular final que hizo correr tanta tinta tonta.
 
Es cierto que el tema principal de la banda sonora, compuesta por Francis Lai, es excelente para anunciar perfumes pijos franceses (años después compuso la música de un anuncio para Nescafé, así que no vamos tan desencaminados...), pero también que es sumamente pegadiza y creó escuela, aunque no sé si con fortuna...

Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée, que interpretaban a los amantes, consiguieron un gran éxito personal, y Lelouch nada menos que el Oscar a la Mejor Película Extranjera y el de Mejor Guion Original. De los tres, el que tuvo una gran carrera en sentido estricto fue Trintignant, que trabajó con Chabrol (Las ciervas), Costa-Gavras (Z), Rohmer (Mi noche con Maud), Bertolucci (El conformista) y Haneke (Amor), entre otros grandes del cine, mientras que Aimée, que había trabajado ya con gente tan buena como Franju, Becker o Demy, e incluso con el mismísmo Fellini en La dolce vita y Fellini, 8 y 1/2, después de Un hombre y una mujer siguió actuando en películas, por supuesto, pero nunca más volvió a trabajar con la “crème de la crème” del cine europeo, salvo casos excepcionales, como su actuación en Salto en el vacío, de Bellocchio, o alguna película que podría haber sido relevante pero se quedó en decepcionante, como La historia de un hombre ridículo, de Bertolucci. Y eso que Aimée era una presencia absolutamente fascinante, una de esas mujeres en las que confluían la elegancia natural y una velada sensualidad que la hacía absolutamente irresistible: pero quizá la estupenda Anouk fue víctima del que podríamos llamar el “síndrome del encasillamiento”, ese fenómeno que hace que el público (y, sobre todo, los productores que tienen que elegir a sus estrellas) vea a un determinado actor o actriz en un único papel, por haberse hecho famosísimo por un personaje en concreto. Aimée, por cierto, siempre fue (en palabras del propio, y tan añorado, crítico cinematográfico por excelencia de los años sesenta y setenta) el imposible amor platónico del gran Alfonso Sánchez.

Lelouch, por su parte, no pudo zafarse ya en toda su vida del éxito popular de Un hombre y una mujer; hizo mucho cine después, sí, pero siempre parecía que estaba intentando rehacer, de una forma u otra, esa misma película, a veces incluso literalmente (véase el caso de Otro hombre, otra mujer, con James Caan y Geneviève Bujold).

Un hombre y una mujer tuvo dos secuelas, ambas con el mismo director e igual pareja protagonista: la primera, titulada quizá demasiado obviamente Un hombre y una mujer: veinte años después (1986), retomaba a los que fueran amantes ya cincuentones pero aún vistosos; en la segunda de esas secuelas, la reciente Los años más bellos de una vida (2019), con ambos protagonistas ya casi nonagenarios, el título se antojaba no sé si irónico o sarcástico, en un ejercicio de nostalgia que pasó más bien desapercibido y que, a la postre, fue la última aparición de Aimée y Trintignant en una pantalla.

(20-06-2024)


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98'

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Un hombre y una mujer - by , Jun 20, 2024
3 / 5 stars
Una historia bonita