Pelicula:

CINE EN SALAS

La figura gigante de Miguel Gila (1909-2001) no es en absoluto desconocida para los españoles mayores de 50 años, que estuvieron familiarizados con su humor irónico, inteligente y un poco a la recontra, un humor siempre teñido de un antibelicismo militante, en una mirada ciertamente de izquierdas (zona del espectro político en la que siempre militó), pero con una visión amplia de la sociedad que no se ceñía solo “a los suyos”, sino a todos los ciudadanos (de esto tendrían que aprender nuestros politicastros actuales, de izquierdas y de derechas...). A los menores de esos 50 años no les será tan conocido y reconocible, aunque nos parece que esta cinta, ¿Es el enemigo? La película de Gila, no va tanto dirigida a ellos como a los cincuentones largos (y de ahí para arriba...) a los que les gustará recordar la figura de aquel cómico ciertamente singular, que tuvo la rara habilidad de hacer reír (mejor, sonreír) a todo el mundo, propios y ajenos.

La película nos cuenta una pequeña parte de la vida de Miguel Gila, mayormente la que tuvo lugar en las vísperas de la Guerra Civil y ya después durante esa contienda (in)cívica. Conocemos al joven Miguel, quizá en torno a los veintitantos años, que vive en Madrid con sus abuelos, que son quienes lo han criado, tras la prematura muerte de los padres. Miguel tiene especial devoción por su abuela, con la que tiene un nexo de unión como de hijo y madre. La abuela, como todas las abuelas, intenta que su niño no se meta en problemas, aunque un amigo de su nieto, Pedro, socialista, lo atrae hacia su ideología, aunque a Miguel lo que le gusta realmente es hacer reír a sus allegados, tiene una vis cómica excelente. Cuando se declara la Guerra Civil, Pedro se alista al bando republicano y tira de Miguel, en contra (por supuesto...) del criterio de la abuela. Pero de camino al frente Gila pronto se da cuenta de que aquella guerra tan idealista tiene poco de eso y mucho de miedo, de hambre, de burrada entre hermanos...

De la dirección se ha encargado Alexis Morante (Algeciras, Cádiz, 1978), cineasta con notable pedigrí en su formación; no en vano estudió en la prestigiosa Escuela de Cine de San Antonio de Los Baños, en Cuba. Como cineasta se especializó durante las dos primeras décadas de este siglo XXI en vídeos musicales para artistas españoles como Los Delinqüentes (sic), Macaco y, sobre todo, Enrique Bunbury, del que se convirtió prácticamente en su cineasta de cámara, llegando incluso a filmar un documental monográfico sobre este cantante aragonés en El camino más largo (2016). Después ha rodado algunos otros documentales sobre músicos hispanos, como Sanz: lo que fui es lo que soy (2018), Camarón: Flamenco y revolución (2018) y Bisbal, el documental (2023), para probar suerte en el largometraje de ficción con la criptoautobiográfica El universo de Óliver (2022).

Ahora afronta con ¿Es el enemigo? La película de Gila un envite complicado, porque se trata de poner en imágenes a uno de los cómicos españoles más queridos (con las salvedades generacionales ya comentadas...), y hacerlo sin traicionar lo que fue Gila, pero tampoco utilizándolo torticeramente para calculadas jugadas partidistas, de esas que nos asquean hoy día (y mañana también). Nos parece que Morante sale airoso del desafío, en una película en la que es perfectamente reconocible el humor giliano, no escamoteándose algunos de sus chistes más famosos, llevándolos incluso al título, ese “¿Es el enemigo?”, al que él mismo añadía, con entrañable sorna, “qué se ponga”...

Parece bastante evidente que la película opta por un nítido mensaje antibelicista pero en absoluto ideologizado (lo que se agradece tanto, en las actuales circunstancias...); el joven Gila era un pobre diablo al que las circunstancias y las carambolas empujaron a una guerra para dos o tres días, pero duró tres años, casi costándole (literalmente...) la vida. Aquí encarna de alguna manera al españolito de a pie al que le dieron de guantadas los dos bandos. Con buen criterio, Morante y su coguionista Raúl Santos parecen poner más el acento en el carácter humano y humanista de Gila que en su color político, aunque siempre queda claro que era un “hombre de izquierdas”, por ese orden: hombre, ergo humano, y después de izquierdas. Ello conlleva un tratamiento poco o nada maniqueo, escasamente ideologizado, una visión desde el hombre del pueblo, el hombre que se vio inmerso en una contienda brutal, en una comedia que en el fondo no deja de ser un drama, un tremendo drama, el de un pueblo empujado por tirios y troyanos a una guerra que no entendía.

También es una visión angustiosa de la guerra, aun siendo una peli atravesada del humor de Gila... En este sentido, presenta la cinta una de las escenas de enfrentamiento bélico más duras que hemos visto en mucho tiempo, y no por lo sangriento de las imágenes (es lo que tiene contar con presupuestos modestos, que no da para costosos F/X digitales...), sino por la sensación de verosimilitud que desprende, esa escena tremenda en la que, en medio del bosque, entre bombas y estallidos por todos lados, republicanos y franquistas se enfrentan cuerpo a cuerpo y comienzan a disparar sin ton ni son, en una escabechina en la que aquellos desgraciados, rojos y fachas (o superficialmente rojos y fachas...) peleaban no por la República ni por el fascio, sino meramente por su propia vida: no hay heroísmo, viene a decir Morante, en esta barbarie, no hay épica sino tragedia, en esta pugna sorda y a la desesperada de la carne de cañón que, por supuesto, siempre la ponen los mismos, la gente de a pie, sean, supuestamente, fascistas o comunistas.

Hay otras escenas que conviene destacar, porque lo merecen; quizá la mejor sea la del campamento, en el que los soldados republicanos, ateridos de frío, hambre y soledad, evocan a sus seres queridos, y cómo Gila, tirando de imaginación, lo solventa haciendo que llamen por teléfono (figuradamente...) a estos (novias, madres, padres, hermanos...) para contarles cómo están, aliviando así la congoja de todos, incluida la suya, cuando convence a la más ideologizada de todos ellos (Natalia de Molina, en un papel de fanática comunista estalinista de armas tomar, que ella borda, como siempre) para que entre en el juego y haga de su abuela; esta escena está muy bien, sentimental pero sin pasarse, original, y con un toque de humor casi negro. También resulta muy entonada la escena (verídica) en la que se recrea el fusilamiento de Gila junto a sus compañeros apresados por el ejército de Franco, fusilamiento del que el cómico salió milagrosamente ileso (es lo que tiene que te fusile un pelotón en el que sus miembros tenían algo de sangre en el alcohol que les corría por las venas...); no sería justo no citar también la escena en la que Gila, caído en una fosa junto a un compañero gravemente herido, le cuenta a este algunos de sus chistes (como el famosísimo aquel que empezaba con “tuve tan mala suerte que cuando nací mi madre no estaba en casa...”), para que el amigo agonizante se fuera de este mundo con una sonrisa en los labios, una sonrisa que, en Gila, se tornará en un llanto inconsolable.

Buena película, entonces, esta ¿Es el enemigo? La película de Gila, en la que se utiliza la voz en off del actor que encarna al cómico (voz, por cierto, que recuerda bastante a la de Martínez-Almeida, el actual alcalde de Madrid) como hilo conductor de la trama, con un tono siempre humorístico, mayormente de corte sarcástico, en una película modesta pero con buena factura, con una correcta ambientación de época, quizá un poco acartonada, pero que da bien el pego. Con algunas referencias cinéfilas (la escena de la vaca compartida entre los dos bandos evoca inevitablemente a La vaquilla, de Berlanga; el personaje interpretado por Natalia de Molina parece sacado de Libertarias, de Vicente Aranda) e históricas (aparece un general comunista pistola en mano con toda la pinta de estar inspirado en Enrique Líster), quizá la moraleja del film, entre el humor, el humanismo y el antibelicismo, esté en la frase que le espeta el teniente de su batallón a Gila, al que ha tildado anteriormente, de forma repetida, de tonto, cuando le dice “hacen falta más idiotas como usted, y menos gente como yo”, para remachar con una frase lapidaria: “nos han enseñado a odiar, pero no a perdonar”.

Buen trabajo del protagonista absoluto, Óscar Lasarte, un mago con escasa experiencia ante una cámara de cine, pero que consigue que lo identifiquemos sin problemas con aquel cómico que, en el fondo, tenía alma de trágico, quizá por los horrores que tuvo que sufrir durante su juventud.  

(14-12-2024)


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100'

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¿Es el enemigo? La película de Gila - by , Dec 14, 2024
3 / 5 stars
"Hacen falta más idiotas como usted"