CINE EN SALAS
[En el vigésimo aniversario del estreno de la primera trilogía de Spider-Man, que inauguró la rentabilísima franquicia cinematográfica moderna del Hombre Araña (casi 9.000 millones de dólares de recaudación en taquilla en todo el mundo hasta 2024 -fuente: The-numbers.com-), se están reponiendo en salas con todos los honores las tres películas de esta primera saga; recuperamos la crítica publicada en su momento sobre esta segunda entrega]
Pocas veces, por no decir ninguna (quizá el Clark Kent de Superman tenga algún parecido, aunque muy remoto) nos haya sido dado contemplar un superhéroe (de Marvel además, la factoria de supermanes por excelencia) en el que la autoestima del protagonista esté tan por los suelos. Esta segunda entrega del Hombre Araña que propone Sam Raimi plantea la vida de un ser humano sólo un escalón por encima del indigente, del mítico "homeless" neoyorquino: morador de un tugurio infecto que ni siquiera pueda pagar, pésimo profesional, zarandeado por su jefe... todo por su afición a salvar a inocentes de las garras de los malos, aunque para ello tenga que ponerse leotardos...
La duda entre hacer lo correcto (usar los poderes que les han sido dados en beneficio de la comunidad) en detrimento de tener una vida personal "normal" (mujer, hijos, trabajo, amigos...), que en la primera parte ya era muy fuerte, aquí en la segunda se enseñorea del argumento, hasta el punto de que la acción en sí misma queda en segundo plano. Y ciertamente ello es un error, porque el personaje del Doctor Octopuss es potente, y cada vez que aparece con sus ocho extremidades (mayormente por las cuatro mecánicas y cuasi omnipotentes, no por las otras) la película gana enteros, mientras que los numerosos pasajes de las dudas existenciales de nuestro infeliz superhéroe se hacen pesadas y lastran innecesariamente lo que no debería ser otra cosa que un gran espectáculo de aventuras fantásticas y acción.
Resueltas finalmente las dudas del protagonista en una adecuada síntesis (sin haber tenido que leer a Marx ni nada...), se deja abierta la puerta para la tercera parte de esta saga que, a la vista de los pingües beneficios en taquilla, amenaza con convertirse en dilatada franquicia. Claro que, al igual en la serie de Harry Potter, debería plantearse el recambio del director, pues Raimi ya se ve agotado de tanta pirueta entre rascacielos, tal vez deseoso de volver a sus queridos films de terror de los que partió hasta llegar a estas alturas; y no me refiero a los "vuelos" de tan saltimbanqui superhéroe, claro...
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