Take shelter

Jeff Nichols se dio a conocer con Shotgun Stories (2007), una bronca tragedia en la América profunda, y con este su segundo largo, Take shelter, confirma su calidad de cineasta versátil aunque generalmente adscrito al terreno del drama, del thriller, de la intriga que incluso no hace ascos a lo sobrenatural.

Una familia formada por un hombre, una mujer y su hija de corta edad, que ha perdido el sentido del oído hace poco tiempo, al parecer por una enfermedad; los padres y la niña se intentan acostumbrar a la nueva situación, mientras esperan que la sordera se pueda aliviar con una operación quirúrgica para un implante coclear. Entre tanto, el padre empieza a tener sueños, más bien pesadillas, en los que una lluvia inmisericorde, oscura y viscosa, es el augurio de una serie de catastróficas desdichas (gracias, Lemony Snicket); el hombre, con antecedentes de esquizofrenia familiar, no sabe si esas pesadillas, esos augurios, se corresponden con algo real o forman parte de una enfermedad psicológica congénita. Entre tanto, da en preparar un refugio anti tormentas que tiene en su casa…

Take shelter juega a fondo la baza de lo ominoso, de lo inextricable, del futuro apocalíptico que sólo un hombre (además con antecedentes familiares de locura) parece ver. La acción se sigue con atención, si bien es cierto que un metraje algo excesivo hace que con alguna frecuencia el espectador pueda distraerse ante ciertas reiteraciones que una poda adecuada en la duración del filme podría haber evitado. Ello no significa que la película no tenga interés, sino que abusa de escenas que podría haberse ahorrado sin por ello hacer perder un ápice el sentido de la historia que se nos cuenta.

Lo mejor, sin duda, la creación de una atmósfera ominosa, con esas bandadas de pájaros que forman en el cielo extraños dibujos que sólo el protagonista parece ver, o al menos sólo él los ve como la amenaza que en el fondo son. Esa atmósfera opresiva, con algunas escenas memorables, como la de los muebles del hogar del protagonista flotando como si estuvieran en una estancia ingrávida, mientras el padre aferra con todas sus fuerzas a su pequeña hija, es la que mantiene el interés de una historia diferente, hecha con pocos medios pero con evidentes muestras de talento, que el cineasta desarrollaría más tarde plenamente en filmes como Midnight special (2016), Loving (2016) y, sobre todo, la espléndida Mud (2012).

Michael Shannon, auténtico actor fetiche del director (ha participado en todas sus películas hasta la fecha), está muy bien como el hombre gris, el hombre normal zarandeado por una inusual capacidad para anticipar acontecimientos ominosos, una capacidad que no sabe cómo gestionar, como compaginarla con su vida de hombre corriente y moliente, con la cotidianidad de los días. A su lado, Jessica Chastain empezaba ya en esta época a llamar poderosamente la atención, hasta convertirse en una de las actrices de moda, dúctil y capaz de cualquier papel, por complicado que sea.