Santi Carbonell, periodista gastronómico, conduce una vespa con un bote de esperma en el bolsillo camino de una clínica para inseminar a su esposa in vitro, cuando choca con el coche de Elena, que se da a la fuga a la hora de rellenar los papeles para el seguro. Al no arrancarle la moto, busca un taxi pero éste le advierte que no tiene cambio, por lo que entra en el bar restaurante Toscana para que le cambien 50 euros.
Mientras Ramón, el dueño, busca el cambio, entra Tomás, un antiguo empleado, reclamando que le pague lo que le debe, a lo que Ramón aduce que es lo que señaló el juez, pero Tomás no está de acuerdo y saca una escopeta de dos cañones como amenaza, secuestrando también a Santi, que esperaba el cambio, que se ve metido en esta situación disparatada pero no imposible.
Gran parte del argumento de esta historia se desarrolla en el interior del local de Toscana, en conversaciones de los tres individuos, a los que posteriormente se unirá Elena, la del atropello, que casualmente es la psicóloga de Tomás, quien le pide ayuda, y que también fue novia de Ramón. En la media hora final suceden otras cosas que animan un poco la reiterativa situación de la primera parte.
Como se puede deducir, con un escenario único y poco más de cuatro actores, lo que ocurre entre ellos a través de una gran abundancia de diálogos, se puede representar perfectamente en lo alto de un escenario teatral. Se dan muchas coincidencias en cuanto a la relación entre los personajes que se citan en el mismo lugar, incluso la llegada ocasional de algunos otros, que poco aportan ni enriquecen la trama.
Poco a poco vamos conociendo más cosas del personaje de Tomás, que es un buen cocinero, demostrando sus conocimientos en la materia al preparar una comida para todos. En el transcurso del secuestro se habla de la paternidad, el paro, la crisis económica, el abuso de los empresarios, las indemnizaciones de los jueces, los accidentes, los seguros, la psiquiatría, la separación matrimonial, la ausencia de relación con los hijos, la falta de trabajo, la crítica gastronómica, etc. Finalmente la sangre no llega al río.
Pau Durà, tras actuar en varias series de televisión y hacer cuatro cortos, se pasa a la dirección de su primer largometraje con Formentera Lady (2018), siendo este el segundo que realiza, tratando con la cámara en constante movimiento disimular el tufo teatral de esta historia de la que se hace responsable del guion, la dirección e incluso la interpretación del personaje de Santi.
De los cuatro protagonistas nos quedamos con la veteranía de Francesc Orella en el personaje de Ramón; hacía tiempo que no veíamos en pantalla a Malena Alterio y en dos semanas nos han llegado dos películas suyas.
92'