Vuelve Almodóvar al territorio de su infancia, ahora en clave de homenaje al matriarcado, como en La mala educación arregló cuentas con los aspectos más oscuros de la enseñanza de los años sesenta. Volver es un retrato femenino de tres generaciones, con claves diversas: desde un cierto tono costumbrista cañí, que podríamos llamar estilo Omaíta vallecana, hasta un planteamiento que parece venir directamente de Se ha escrito un crimen, pasando por una abuela fantasma que podría reputarse heredera directa del realismo mágico del "boom" hispanoamericano.
Toda esta mescolanza, afortunadamente (no siempre es así en Almodóvar, como sabemos), tiene un sentido verosímil, dentro de la habitual tónica entre surrealista y extravagante del cine almodovariano. Ya sabemos, también, que su cine no tiene claves realistas sino que, como es habitual en los artistas con mundo propio, recrean la vida según su particular visión. Por eso no puede pedirse que esta historia de hijas que reencuentran a su madre supuestamente muerta abrazada (y abrasada...) a su marido, sobrevivientes ellas mismas en un barrio lumpen, y con vecina emporrada enferma de cáncer y un trasfondo de telebasuras, sea realista. Sería como pedir que Dalí fuera comprensible... salvando las distancias que haya que salvar.
Como es ya marca de fábrica en Almodóvar, la calidad técnica es excelente, con los mejores artistas del cine español (Iglesias en la música, Alcaine en la fotografía), y las actrices (porque ésta es una película abrumadoramente femenina: los escasos personajes masculinos son villanos, o adúlteros, o casi invisibles) están de Goya; tomen nota ya para la próxima edición: Penélope Cruz será nominada como Mejor Actriz Protagonista, y Carmen Maura y Blanca Portillo como Secundarias; y si no, al tiempo... Pero (siempre hay un pero...) también es cierto que Volver no es la mejor, ni mucho menos, de las películas almodovarianas; sigo quedándome, por este orden, con La ley del deseo, Mujeres al borde de un ataque de nervios y Todo sobre mi madre. Además, le falta a este nuevo título de Almodóvar esa imagen que queda de todas y cada una de sus películas; aunque, pensándolo bien, quizá aquí sea Penélope Cruz en plan maruja canora, encajando el "playback" de Estrella Morente en una bellísima versión del tango que da título a la película, convenientemente aflamencada. También es cierto que el cineasta manchego, a pesar de las tablas que tiene, sigue sin aprender a hacer una simple elipsis: ¡esa escena de la madre y la hija arrastrando el cadáver desde el piso hasta el restaurante, sin ahorrar ni un esfuerzo a las pobres...!
(19-03-2006)
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