Estreno en Netflix.
Si hubiera que hablar de audiovisuales sobre gemelos, quizá podríamos convenir en dos títulos, uno por excelso y el otro por chusco, que además coincidieron en el año de su estreno, 1988, y que hasta compartían título original: Twins (es decir, “gemelos”), de David Cronenberg, la excelsa, cambió ese su inicial título internacional por el de Dead ringers, para no confundirse con su homónima, la comedieta también llamada Twins, de Ivan Reitman. Lo curioso es que en España también cambiaron ambas de título y nada tuvieron que ver con los originales: la de Cronenberg se conoció como Inseparables, y la de Reitman como Los gemelos golpean dos veces.
Por supuesto, el tema de los gemelos es un tema recurrente en cine y televisión, y es también el tema de esta Dualidad, que ya en su título en español avisa de por donde van los tiros. En este sentido, es curioso que ese título español nos parece mejor que el original, Echoes, “ecos”, que juega con el doble sentido de la palabra en cuestión, pero también del lugar donde suceden los hechos, una población llamada así, Echoes.
Estamos ante una intriga que juega fundamentalmente con la intercambiabilidad de dos gemelas idénticas, nacidas en un pueblecito de la América profunda, y cómo su relación más bien tóxica, y la decisión de ambas de cambiar sus vidas, resultará, a la larga, sumamente perniciosa para ellas y para su familia y allegados. La acción se inicia conociendo a Gina McLeary, una urbanita que vive en Los Ángeles, casada con un prestigioso psicoterapeuta y con su vida plenamente resuelta; cuando la alertan de que su hermana gemela Leni ha desaparecido sin dejar rastro en su pueblo natal, Echoes, marcha inmediatamente allí para colaborar en la búsqueda. Pronto veremos que las dos gemelas guardaban muchos secretos, y que desde niñas tenían la costumbre de intercambiar sus roles…
Vanessa Gazy, la creadora de la serie, es una guionista australiana de todavía corta carrera. De hecho, esta es su segunda serie, además de unos cortos cuyos libretos cinematográficos escribió con anterioridad. Nos parece que a Netflix, la poderosa plataforma de “streaming”, que figura en la producción junto a la multinacional Endemol Shine, le debió llamar la atención la historia de estas gemelas que se intercambian sus papeles en la vida y cómo hacer de ello una historia atractiva. Pero lo cierto es que, aunque a priori tiene su interés, el resultado final nos parece insuficiente. Rodada en Carolina del Norte, recreando una ficticia población llamada Echoes, como hemos indicado, la serie se desarrolla a lo largo de 7 capítulos, siendo cuatro las directoras que se encargan de la realización: Kat Candler, Li Lu, Anna Mastro (2 cada una) y Valerie Weiss (un único episodio), todas ellas, lógicamente, siguiendo las directrices de la creadora Vanessa Gazy.
En nuestra opinión, el guion no es especialmente original, de nuevo a vueltas con los gemelos como tema y su capacidad de intercambiarse y con ello confundir a los demás. Y no es que la historia en cuestión no tuviera posibilidades, porque entendemos que las tenía, sobre todo al llevar al extremo el intercambio absoluto pactado de las gemelas, pero no parece que esté bien jugada. Hay, además, recursos de malos guionistas, como los “cliffhangers” falsos y el gusto por el retruécano, buscando siempre retorcer la trama constantemente para sorprender al espectador, sean lícitos para ello los métodos o no. Se abusa también de los hechos supuestamente importantes, pareciendo que es la única forma que la creadora Gazy tiene de mantener el interés del espectador.
Hay cierto tono de inquietud, aunque no demasiado logrado, resultando con frecuencia forzado, artificial. A ratos resulta incluso confusa sobre quién es quién, porque el enrevesamiento en ese sentido es notable, al no solo intercambiarse las gemelas ante el resto de los personajes de la serie, sino incluso ante el público, lo que hace que el propio espectador, a ratos, no sepa cuál de las protagonistas, realmente, está en pantalla. Se tira también con demasiada frecuencia de los recurrentes (y manidos…) recuerdos de sucesos traumáticos del pasado, con ciertos episodios trágicos que determinaron el futuro de las gemelas, pero ello no mejora la endeblez general de la trama.
Curiosamente, la manifiestamente mejorable capacidad de crear desasosiego de la creadora de la serie y sus realizadoras mejora considerablemente gracias a la música, una banda sonora inquietante de Brendan Angelides, el muy joven compositor autor, entre otras, del “score” de la serie Por trece razones. Esa música, peculiar, distinta, incluye episódicamente voces femeninas, que confieren a la serie un toque intrigante, de desazón, cosa que, lamentablemente, no genera las imágenes.
Aparte del protagonismo de Michelle Monaghan, que es la diva sin discusión de la serie, llama la atención el personaje de la jefa de Policía, interpretada por Karen Robinson, fuera de los estereotipos físicos de este tipo de personajes, y que juega con fortuna la investigación llamémosle “a lo teniente Colombo”, haciendo del despiste y la aparente estupidez un arma infalible para acercarse sibilinamente a la verdad de los hechos delictivos.