Serie: El embarcadero

A principios de los años ochenta se estrenó una película, titulada Las cosas de Richard (1980), dirigida por Anthony Harvey, que planteaba la historia de una mujer que, a la muerte de su marido, se encuentra con que este mantenía una relación estable con otra fémina. Tras la primera reacción de enojo, poco a poco la viuda empezará a concebir la idea de conocer a esa otra mujer y saber, a través de ella, más cosas del hombre del que creía saberlo todo...

Aunque es improbable que el guionista y productor navarro Álex Pina, por edad (tenía 13 años en la fecha del estreno del film de Harvey), viera esa película en su momento, lo cierto es que esa pudiera haber sido de alguna forma la semilla de la que ha surgido este El embarcadero, la primera serie creada por Pina (y, en este caso, con el concurso de la guionista Esther Martínez Lobato, que es también su esposa) tras el éxito internacional de su La casa de papel en su difusión mundial a través de Netflix. Porque El embarcadero trata, fundamentalmente, de la relación de las dos mujeres que tuvo Óscar, un hombre que, en el primer capítulo, aparece muerto dentro de su coche, en la Albufera valenciana, en lo que parece un suicidio de libro: el cuerpo aparece sin vida dentro del coche herméticamente cerrado y en marcha, con una goma que va desde el tubo de escape del vehículo hasta dentro del habitáculo. A partir de ahí, su esposa, Alejandra, una arquitecta de éxito, se entera de que su marido tenía una relación estable con otra mujer, Verónica, con la que tenía una niña, Sol. La viuda, entonces, querrá saber más del hombre que lo era todo en su vida, pero también si realmente se suicidó o fue asesinado...

El embarcadero tiene una estructura que, a ratos, recuerda la de La casa de papel, mayormente por su forma narrativa, llena de flashbacks que nos explican momentos de la acción presente con esa información que se nos da de cosas sucedidas con anterioridad. Lógicamente, no hay muchos más puntos de conexión, dado que La casa... es esencialmente un thriller de atraco perfecto, realizado con gran brillantez. Sí comparten el seguramente inevitable pero por otro lado lógico asunto de las relaciones interpersonales. En este caso, en El embarcadero, Pina y Martínez Lobato optan por abrir el campo y, dentro del contexto de la calidez de la Albufera valenciana, donde está grabada en su mayor parte la serie, dar entrada a relaciones de todo tipo, tanto grupales como de tríos o de pareja, hetero, bi y homosexuales, no necesariamente relativas a nexos de unión permanente sino, con cierta frecuencia, a impulsos de la llamada del dios Eros, esa rijosa deidad capaz de poner caliente a un esquimal...

Tiene El embarcadero buena factura formal, y la serie se sigue con agrado, si bien es cierto que, para nuestro gusto, está un tanto alargada, y si en vez de los 16 capítulos que, en tandas de 8 cada una de las dos temporadas que la componen, se hubiera hecho por ejemplo una única temporada de 10 entregas, probablemente el producto habría quedado más perfecto, más redondo. También existen los quizá también ineludibles cabos sueltos en una trama que, aunque compleja, no llega a los extremos de La casa.... El conjunto es apreciable, intrigante, algo largo, como queda dicho, pero en cualquier caso un producto estimulante que se ve con agrado.

En el apartado actoral nos parece que Verónica Sánchez resulta un tanto irregular; a pesar de que, evidentemente, el mazazo de la muerte del marido y del subsiguiente descubrimiento de que este tenía toda una vida paralela al margen de ella, sin duda, debe dejar apabullado a quien lo sufra, lo cierto es que no terminamos de casar su personaje, por un lado la arquitecta de primera línea internacional que diseña rascacielos con un coste superior a los 400 millones de dólares, y por otro la mujer que se comporta de manera balbuciente, indecisa, débil, en su relación con el “otro” entorno de su marido. Mejor nos parece Irene Arcos, que confiere a su personaje el aire de mujer libre que sin duda es la característica más destacada de su Verónica. Álvaro Morte a ratos parece todavía el Profesor de La casa de papel. Esperemos que no sufra el llamado “síndrome de Chanquete”, que ese personaje le persiga para los restos y no le permita hacer otros roles distintos. Del resto nos quedaríamos con un Roberto Enríquez en un papel de duro guardia civil con problemas psicológicos por un grave trauma del pasado, que el seguro actor leonés resuelve con soltura. Y, por supuesto, con ese viejo sabio que es el sevillano Antonio Dechent, que borda su papel, relativamente pequeño pero que él llena de vida y de verdad.

Es curiosa, por cierto, la participación de profesionales andaluces de primer nivel en un proyecto localizado en su totalidad en Valencia: así, cuatro de los actores con mayor papel son andaluces: Álvaro Morte, Verónica Sánchez, Antonio Garrido y Antonio Dechent; y los dos directores de fotografía, fundamentales para conferir el muy personal look de la serie, sensual, libre e intrigante, han sido los sevillanos Migue Amoedo y Álvaro Gutiérrez.

Excelente la elección de la canción de cabecera, la hipnótica Coyotes, original de Travis Birds, que también la canta con su voz personalísima, uno de los aciertos de una serie que confirma que la producción española de este tipo de productos sigue en alza.

(29-05-2020)


 


El embarcadero - by , May 29, 2020
3 / 5 stars
Las cosas de Óscar