Disponible en Movistar+ y HBO Max.
Bob Pop (nacido Roberto Enríquez Higueras; Madrid, 1971) es un polifacético personaje del ámbito cultural que se desempeña sobre todo en los medios escritos (columnista, crítico, bloguero…), pero también en los audiovisuales (guionista, actor, colaborador de programas…). Tiene una ya apreciable lista de títulos literarios publicados, desde su inicial De cuerpo presente, que data de 1998. En España se ha hecho popular gracias sobre todo a sus intervenciones en varios de los programas de Andreu Buenafuente, como En el aire y Late motiv.
La vida de Bob Pop, a la vista de esta serie autobiográfica, Maricón perdido, ciertamente es una vida que había que contar. Fundamentalmente porque presenta la nada fácil existencia de los niños y adolescentes que, en la España de los años ochenta y noventa, se daban cuenta de su orientación homosexual y tenían que lidiar con todos los escenarios en contra: en el caso del protagonista, el Roberto de 12 años y el de 17, con un padre fieramente intolerante y machista, y una madre “pava”, como decimos en mi tierra, que no se enteraba (o no se quería enterar, más probablemente…) de las señales que desesperadamente le enviaba su hijo; en su entorno colegial, con los típicos abusadores que se cebaban con él por su desvalimiento y su evidente pluma; pero también después, cuando se inicia en su etapa de relaciones sexuales, en saunas “de ambiente” donde será engañado, o timado, o golpeado, o todo ello a la vez.
La historia de Bob Pop es, por tanto, por elevación, una especie de sinécdoque de la historia de tantos chicos como en esa etapa, que estaba todavía a medio camino entre la persecución franquista hacia los gais y la libertad actual (aunque haya todavía una cierta -queremos creer que residual…- homofobia ambiental), tuvieron que sufrir para ser simplemente lo que querían ser; lo suyo tuvo más mérito que nadie: no solo debían intentar saber cuál era su lugar bajo el sol, como todo quisque, sino que encima de todo lo tenían que hacer ocultando sus sentimientos, su forma de amar, o bien salir del armario, y con ello arriesgarse a sus consecuencias, generalmente muy negativas.
Bob Pop, como creador absoluto de esta miniserie de 6 capítulos, le da voz a todos esos chicos (y chicas, por supuesto) que tuvieron que hacer un importantísimo esfuerzo extra en los más difíciles años de su vida, la adolescencia, para encontrar su camino sin traicionarse a sí mismos.
En la serie la verdad es que Bob Pop no se corta un pelo, como se suele decir coloquialmente, y prácticamente se sale a escena fuerte por capítulo, desde la violación oral a la que fue sometido en pleno parque (del madrileño Retiro, se supone), con robo de toda la ropa, con lo que tuvo que buscar ayuda con una mera bolsa de basura por toda vestimenta, hasta la vez en la que un chapero le extorsionó de mala manera en una sauna gay. Conoceremos así también su infancia y adolescencia, no precisamente agradables, siendo objeto de constante “bullying” por parte de los golfillos del cole, y siendo despreciado permanentemente por su padre.
Pero ni Bob Pop ni el director de todos los episodios, Alejandro Marín, hacen de ello una tragedia, ni mucho menos, sino que la historia está contada en tono de comedia, en buena medida comedia negra, pero comedia al fin. Se agradece que el creador de la miniserie no caiga en el victimismo, cuando podría haberlo hecho perfectamente, pero con buen criterio opta por contar su vida, y algunos de los episodios más estridentes, pero sin enfatizar los muchos malos momentos que este chico tuvo que afrontar simplemente por haber nacido con una sensibilidad distinta, con otra forma de amar.
La estructura narrativa salta alternativamente con fluidez entre varios tiempos, la adolescencia, la juventud y la madurez del protagonista, con intermitentes apariciones del propio Bob Pop ya en la actualidad, interpretándose a sí mismo. También son llamativas las escenas musicales que representan las fantasías desbordantes a las que se entregaba el protagonista cuando sufría alguno de los muchos episodios desagradables (por llamarlo de una forma benévola...) de su complicada vida, fantasías recurrentes llenas del colorido y la felicidad que, lamentablemente, escaseaban en su existencia cotidiana, como una forma de escapar de una realidad que lo ahogaba, pero también como forma de canalizar la extraordinaria capacidad creativa de este ciertamente “hombre orquesta” de nuestro tiempo, todo un artista renacentista, por usar el lugar común.
Nos parece interesante la interacción del personaje central, en infancia y juventud, con su madre, una notable Candela Peña en un rol bastante distinto a los que suele interpretar la gran actriz catalana, aquí una madre pija y tontita, cleptómana en sus ratos libres, quizá a su vez una víctima más de la intolerancia del padre, a quien, en un curioso recurso estilístico, nunca le vemos la cara (que es la de Carlos Bardem, al que se le dan muy bien estos personajes canallescos). Por el contrario, brilla la figura del abuelo materno (estupendo Miguel Rellán), un viejo comprensivo y generosamente erudito, que le dio a leer libros como El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, que sin duda ayudó a conformar el carácter del hombre en ciernes que era aquel chico gordezuelo, inseguro y con un secreto que no se atrevía a contar a nadie.
Menos bueno nos parece el capítulo dedicado a una equivocación nominal que suena a trola, la de los chicos gais que, en los años ochenta, viajaron al pueblo de Sueca, en Valencia, confundiéndolo con el barrio de Chueca, en Madrid, el barrio gay por antonomasia de la capital y por extensión, de España, un capítulo que suena a comedia de enredo y malos entendidos, bastante menos interesante que el resto de la historia, resultando mucho más convencional.
En el último capítulo la ubérrima creatividad de Bob Pop nos lo presentará en una reunión con los productores de la miniserie, entre ellos Buenafuente y Almodóvar, hablando sobre los contenidos del audiovisual, en una suerte de metaficción no exenta de interés. Un postrer encuentro entre el Roberto adolescente y el Bob Pop maduro cerrará el círculo de esta, a nuestro entender, atractiva serie.