Enrique Colmena

Decíamos al principio del anterior artículo de esta serie que hablaríamos de algunos escritores de talla mundial; Camilo José Cela (1916-2002) puede reputarse perfectamente como tal: Premio Nobel de Literatura, Premio Cervantes, Premio Príncipe de Asturias, Premio Nacional de Narrativa, Premio Planeta.... Su obra se centra sobre todo en la novela, pero también en el periodismo, el ensayo, el cuento, la poesía, el libro de viajes… Se inició en el llamado tremendismo con La familia de Pascual Duarte para posteriormente evolucionar hacia el realismo en La colmena, y después virar hacia un estilo personalísimo (y, con frecuencia, poco inteligible…). Su vinculación con el franquismo no parece estar en duda, por su posición política durante el régimen, llegando incluso a formar parte de la censura.

A pesar de la popularidad de Cela, no solo como escritor, sino como personaje de la vida pública española, lo cierto es que su obra ha tenido una relativamente reducida presencia en la pantalla, aunque ha habido dos hitos evidentes: Pascual Duarte (1976), de Ricardo Franco, sobre la novela cuasi homónima antes citada, y, sobre todo, La colmena (1982), de Mario Camus, sobre la (sin cuasi) homónima novela, ambas, sobre todo la segunda, películas de renombre dentro del cine español. Poco más: algunas adaptaciones televisivas, como su Viaje a la Alcarria (1976), dentro del espacio Los libros, y la rijosa versión cómico-lúbrica de su La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona (1979), de Ramón Fernández, dentro de lo que podríamos denominar el “cine salido” que se propició con fruición en la España de la Transición y en los primeros años de la democracia. Después, nada…

Alfonso Paso (1926-1978) lo fue todo durante el franquismo, en especial el comediógrafo “de cámara” del régimen: dotado de una prolificidad realmente notable, escribió decenas, quizás centenares de comedias. Aunque en sus inicios tuvo ciertas inquietudes sociales, pronto se adaptó a lo que le pedía el público de la época y se hizo popularísimo en la España de los años cincuenta y, sobre todo, sesenta y setenta. Su adscripción al franquismo parece indudable; incluso podría decirse que para él, Franco se quedaba corto… En cine, Paso ha tenido una enorme repercusión; de hecho, también escribió guiones directamente para la gran pantalla, e incluso dirigió algunas películas. La IMDb censa como escritor (vale decir proveedor de materia literaria o propiamente guionista) 124 títulos desde 1948 hasta 2000… fecha a partir de la cual no se ha adaptado nada más del comediógrafo madrileño. Entre sus títulos más conocidos en cine se pueden citar Usted puede ser un asesino (1961), de Forqué, Los derechos de la mujer (1962), de Sáenz de Heredia, Las que tienen que servir (1967), de Forqué, Los que tocan el piano (1968), de Javier Aguirre, y Enseñar a un sinvergüenza (1970), de Agustín Navarro. Tras la muerte de Franco se mantuvo como libretista de productos a mayor gloria de Manolo Escobar o Paco Martínez Soria. Tras su muerte las adaptaciones de sus obras se refugian en televisiones del extranjero, fundamentalmente en Argentina y Chile, pero también en Portugal e incluso Alemania. La última vez que se grabó un original pasiano para televisión sería una nueva versión de Usted puede ser el asesino que produjo TVE en 2000 dentro de una edición actualizada de su mítico Estudio 1. Sobre la súbita desaparición de Paso en el audiovisual español a partir de la democracia podría argüirse que la ideología subyacente de su obra era muy conservadora, no del gusto de la mayoría del público hispano de nuestra época, pero también es cierto que buena parte de sus comedias eran de las calificadas como “de enredo”, juguetes cómicos que han funcionado, funcionan y funcionarán siempre en cualquier sociedad.

Jacinto Benavente (1886-1954), fundamentalmente dramaturgo, pero también guionista e incluso director de cine, fue otro de los grandes nombres de la literatura española del siglo XX al que, por su longevidad, le cupo vivir todos los acontecimientos históricos de la primera mitad de ese siglo en España, desde la monarquía de Alfonso XIII, la Dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, la Guerra Civil, y el régimen franquista. En este último, aunque con ciertos recelos por parte de las autoridades de la dictadura (que en primera instancia llegaron a prohibir su nombre en el anuncio de sus obras, apareciendo como “del autor de La malquerida”), parece ser que se sintió a gusto dentro del régimen totalitario instaurado por Franco. Ganador del Premio Nobel de Literatura, su popularidad le hizo ser versionado desde muy pronto, desde el cine mudo, en especial con La malquerida y Los intereses creados, quizá sus obras más famosas, ambas versionadas en varias ocasiones a lo largo de la Historia del siglo XX, y no solo en España, sino también en otros países como México, Estados Unidos, Italia y Suecia. Durante el franquismo su obra fue repetidas veces llevada a la gran pantalla: Rosas de otoño (1943), coproducción hispano-argentina de Juan de Orduña y Eduardo Morera, De mujer a mujer (1950), de Luis Lucia, La honradez de la cerradura (1950), de Luis Escobar, Señora ama (1955), coproducción hispano-mexicana con dirección de Julio Bracho, Pepa Doncel (1969), de nuevo de Lucia… Con la llegada de la televisión a España, su obra se refugia en el formato catódico y se multiplican las grabaciones en este medio, de nuevo con La malquerida como estrella, pero no solo: también serán llevadas a las 625 líneas otras obras suyas como El último minué (1963), El príncipe que todo lo aprendió en los libros (1964), La ciudad alegre y confiada (1966). Simultáneamente, otros países también versionaban sus obras para la pequeña pantalla: Polonia (Rajmunda, 1958, versión de La malquerida), Brasil (A malquerida, 1954 y 1960), Alemania Federal (Leonor, 1959), Portugal (O Príncipe que aprendeu tudo nos livros, 1966), Argentina (La noche del sábado, 1974)…

En España, tras un último largometraje, Pepa Doncel (1969), de nuevo de Luis Lucia, la obra benaventiana ya solo aparecerá brevemente en algunos de los contenedores teatrales de TVE, como Teatro Estudio (de nuevo Pepa Doncel, 1981) y Función de tarde (Los intereses creados, 1993). A partir de ahí, en el siglo XXI Benavente solo será versionado una vez en el “reboot” de Estudio 1 de esta centuria (Los intereses creados, 2006) y, ya fuera de España, en México, en una adaptación en clave de culebrón (117 capítulos, nada menos…) de La malquerida (2014).

Otro de los grandes nombres del teatro español del siglo XX sería el de Miguel Mihura (1905-1977), dramaturgo, historietista y periodista, se afilió a la oficialista Falange Española, por lo que su afección al régimen franquista parece clara, si bien su talante humorístico y su talento artístico le permitió tomar cierta distancia que probablemente los zopencos prebostes de la dictadura no advirtieron. Su obra empezó a llevarse a la pantalla muy pronto, en el histórico corto Una de fieras (1934), de García Maroto, y a partir de ahí su aparición en los créditos, bien como novelista proveedor del argumento, bien como guionista y/o dialoguista, fue continua durante muchos años: Un bigote para dos (1940), que dirigió él mismo, Ni pobre ni rico sino todo lo contrario (1944), de Iquino, La calle sin sol (1948), un muy serio intento de Rafael Gil de hacer Neorrealismo a la española, Siempre vuelven de madrugada (1949), de su hermano Jerónimo Mihura, Suspenso en comunismo (1956), de Eduardo Manzanos, Maribel y la extraña familia (1960), de Forqué, Ninette y un señor de Murcia (1966), de Fernando Fernán Gómez, La decente (1971), de Sáenz de Heredia; incluso fue uno de los guionistas de Bienvenido Mr. Marshall (1952), la obra seminal de Berlanga.

Durante ese tiempo su obra también es llevada a la pantalla, grande o pequeña, fuera de España: Argentina (El extraño caso de la mujer asesinada, 1949; Pecadora, 1955), México (A media luz los tres, 1958), Reino Unido (The woman in question, 1958, versión de Una mujer cualquiera, en el contenedor de teleteatro Armchair Theatre), Alemania (Auf Engel schiebt man nicht, 1960, versión de Melocotón en almíbar), Bélgica (Carlotta, 1962; De 3 klaphoeden, 1962, versión de Tres sombreros de copa), Francia (Les trois chapeaux claques, 1962, de nuevo versión de Tres sombreros de copa), Portugal (A bela Doroteia, 1966) y Austria (Katzenzungen, 1967, versión de Maribel y la extraña familia), entre otros países.

Con todo ello entendemos se confirma plenamente que la obra de Mihura era muy apreciada no solo dentro, sino también fuera de España. Con la llegada de la democracia, sin embargo, la obra del dramaturgo madrileño se confina bien en las televisiones, bien en el extranjero, salvo algunas excepciones para pantalla grande, Cásate conmigo, Maribel (2002, versión de Maribel y la extraña familia), que pasó sin pena ni gloria, y Ninette (2005), de José Luis Garci, con la explosiva Elsa Pataky, que tuvo cierto éxito comercial, a pesar de lo cual desde entonces no se ha producido ninguna otra adaptación de la obra de Mihura en España.

Joaquín Calvo Sotelo (1905-1993), dramaturgo y periodista, forma parte de una familia de larga tradición política (su hermano José fue líder conservador durante la Segunda República, asesinado poco antes del comienzo de la Guerra Civil, y su sobrino Leopoldo fue presidente del gobierno de la democracia); ubicado ideológicamente en el entorno del monarquismo juanista, supo sin embargo situarse dentro del régimen franquista, habiendo ostentado dentro del mismo incluso algún cargo de corte oficial, aunque su teatro siempre tuvo cierto tono crítico, sin aristas, con la dictadura. La adaptación de sus obras al cine comenzó con Cuando llegue la noche (1946), de Jerónimo Mihura, y siguió con varios títulos más que gozaron de predicamento: Una muchachita de Valladolid (1958), coproducción hispano-argentina con Luis César Amadori a los mandos, sobre su comedia homónima, quizá su obra maestra; La muralla (1958) y Un ángel tuvo la culpa (1960), ambas de Luis Lucia, y La visita que no tocó el timbre (1965), de Mario Camus. Esta última también sería repetidamente versionada en el extranjero: Argentina (La visita que no tocó el timbre, 1954) y Grecia (O episkeptis pou den ktipise to koudouni, 1977). Pero a partir de ahí, salvo algunas adaptaciones al contenedor Estudio 1 de TVE, nada más.

Terminamos esta entrega con un caso muy particular: José María Gironella (1917-2003) fue uno de los más conspicuos escritores del franquismo: ganó el Premio Nadal, el Planeta, el Nacional de Literatura y el Ateneo de Sevilla, el póquer de ases de los premios de la época. Luchó como voluntario en el Ejército rebelde comandado por Franco, así que no parece haber dudas sobre su afección al régimen, si bien es cierto que en su obra hay un humanismo cristiano (con Papini como inspiración) que intenta trascender el conflicto bélico y busca la reconciliación entre hermanos. Autor de una amplia obra, descuella en ella su tetralogía sobre la Guerra Civil, compuesta por Los cipreses creen en Dios, su obra maestra y la que le lanzó a la fama; Un millón de muertos, Ha estallado la paz y Los hombres lloran solos, escrita ya esta última en la democracia. Sin embargo, a pesar de la fama de su narrativa, sorprende que ni el cine de la época del franquismo, y mucho menos el constitucional, haya considerado interesante adaptarlo nunca…

Ilustración: Una escena de la película La colmena (1982), de Mario Camus, en la que aparece el propio autor de la novela, Camilo José Cela.

Próximo capítulo: A propósito de Los renglones torcidos de Dios: los escritores durante el franquismo, olvidados en la democracia (III). Los “desafectos” (1)