Enrique Colmena
Ya no es frecuente ver a uno de los grandes del Hollywood clásico en acción. Con Marlon Brando postrado en una silla de ruedas, Paul Newman con sus carreras de coches y sus sopas de lata y Elizabeth Taylor con sus achaques y sus incontables maridos, el único de los que merecen auténticamente el nombre de gigantes del cine que, muy de vez en cuando, hace algo para la gran pantalla, es Kirk Douglas. Ahora tenemos ocasión de verlo de nuevo en "Cosas de familia", donde el anodino Fred Schepisi lo ha dirigido con la curiosa compañía de buena parte de su parentela: el más famoso es su hijo Michael, actor y productor, pero también aparece su nieto Cameron y su ex mujer Diana. Es evidente que no va a pasar a ninguna Historia del Cine, porque el motivo declarado de este filme es reunir en una misma cinta al viejo patriarca y a algunos de sus familiares. Claro que, con las evidentes secuelas físicas de la hemiplejia que padece desde hace años, y aunque para él suponga un esfuerzo casi titánico, preferimos recordar al gran Kirk Douglas romántico de "Carta a tres esposas", al vitalista y pujante muchacho de "20.000 leguas de viaje submarino", al alucinado Van Gogh de "El loco del pelo rojo", al compasivo oficial de "Senderos de gloria", al recto sheriff de "El último tren de Gun Hill", al revolucionario libertador de "Espartaco" o al hombre maduro en crisis de "El compromiso". En todas ellas, el gran Kirk, aquél que escribió su autobiografía con el título de "El hijo del trapero", estuvo memorable, lo que no se puede decir de este su (esperemos que no) canto del cisne. Y además, puestos a sacar a toda la familia, ¿por qué no aparece su nuera, Katherine Zeta-Jones? Hubiera sido un detalle de agradecer...