Rafael Utrera Macías

En Sevilla


“Abc” de Sevilla titulaba, el 23 de agosto de 1930, la siguiente nota informativa: “La estancia de Buster Keaton y sus compañeros. Excursión a Aracena”. Seguidamente explica que estuvieron acompañados por “varios amigos” en sus visitas al Alcázar, Catedral y otros monumentos. Nosotros suponemos que, entre “esos otros monumentos”, dada la proximidad del Hotel Alfonso XIII, visitarían, al menos por fuera, el espectacular edificio de la Fábrica de Tabacos, todavía funcionando como tal y, acaso, darían un paseo por el Parque de María Luisa y por la Plaza de España, recientemente inaugurada para la Exposición Universal de 1929. Los “simpáticos huéspedes”, según el diario, tuvieron palabras de elogio para la ciudad y los sevillanos en virtud de las numerosas muestras de cariño recibidas. ¿Tuvo noticia de esta visita Luis Cernuda? ¿Supo que Gilbert Roland, de quien el poeta había tomado modelo de sombrero (tras su interpretación como Armando en Camille/Margarita Gautier), paseaba por el centro de Sevilla?


Quién sí departió sobradamente con los turistas fue Juan Laffita, tal como queda reflejado en las páginas del “Abc” sevillano de 23 de agosto donde este artista dibujó dos excelentes retratos tanto de Keaton, de perfil, con dedicatoria incluida a los lectores del periódico, como de Luis Alonso, de frente. Este sevillano, Licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en la escuela de Bellas Artes, ejerció la crítica de cine, entre otras disciplinas. Se le llamó “Lápiz Kodak”, en función de sus aptitudes para dibujar con tanta rapidez como alta cualificación. De igual modo, fue reconocido como extraordinario anfitrión de la ciudad.


¿Acompañó Laffita a los visitantes en la excursión a Aracena que estos hicieron a media tarde del mismo día? Su principal aliciente fue la visita a la Gruta de las Maravillas que, según la información periodística, fue “muy detenida” y, obviamente, se mostraron encantados con ella. ¿Les informarían que, un año antes, Alfonso XIII, había visitado las obras del futuro hotel que se construiría sobre las grutas y que, finalmente, nunca se llevaría a cabo, aunque sería el comienzo de la cadena Paradores Nacionales?

En el propio “Abc” de Sevilla, el domingo 24 de agosto, en la página dedicada a noticias e informaciones de la ciudad, un “breve” titula: “Marcha de Pamplinas y sus compañeros”; y en el cuerpo del texto se especifica que “Ayer, a las diez de la mañana, los artistas…, que han sido nuestros huéspedes, marcharon en automóvil a Granada. De allí irán a Málaga, Valencia y Barcelona, donde embarcarán para Norteamérica”.


De Jerez a Cádiz


Su previsto itinerario a Málaga y Granada no les impidió pasar previamente por Jerez y Cádiz. En efecto, según explica el historiador José Luis Jiménez, el periódico local “El Guadalete” publicó en primera página la estancia jerezana de los visitantes norteamericanos que fue exactamente el 23 de agosto. La excursión fue organizada por el empresario del Teatro Villamarta, D. Luis Parada, y consistió, fundamentalmente, en una visita a las Bodegas Domecq, donde, tras recibir las explicaciones pertinentes sobre la elaboración de los caldos, firmaron en el libro de honor. Al ser reconocidos por los jerezanos, “formaron un amplio cortejo alrededor del Rolls-Royce que utilizaban para sus desplazamientos”.


Que Buster Keaton estuvo, de paso, en Cádiz, tras abandonar Jerez, parece evidente si consultamos las “Informaciones Deportivas” de “Abc” de Sevilla, correspondientes al 26 de agosto. En el apartado “Carreras de caballos”, el subtítulo informa que la tercera reunión se celebró en la Playa de la Victoria, de Cádiz. Tras precisar que hubo mayor asistencia que en días anteriores, se anota que concurren a las mismas el infante Don Alfonso y “el famoso cineasta Buster Keaton”, además de la nobleza andaluza y D. José María Pemán. Los espectadores pudieron deleitarse con las cinco carreras efectuadas, con longitudes entre 1000 y 1300 metros; los premios y caballos ganadores fueron: 1º: Premio España, para Serpentina. 2º: Alfonso XIII, para Baltimore II. 3º: Guerrero, para Marconi. 4º: Andalucía, para Catalonia. 5º: Cádiz, para Caoba.


En Málaga


Mucho se ha especulado sobre la visita de Keaton a Málaga y su encuentro con los miembros malagueños de la generación del 27, pero lo cierto es que, ni aquel ni estos, nos han dejado un testimonio directo de sus contactos. José Francisco Aranda, en su obra “El surrealismo español” (págs.72-73) explica que el grupo de poetas malagueños (generalmente vinculados a “Litoral” y a una proyectada “Revista oficial del Surrealismo Español”) “un día vio aparecer por la playa desierta de Torremolinos… a ¡Keaton en persona! Puede imaginarse la sorpresa y la alegría del grupo al comprobar que Keaton hablaba algo de español y que su surrealismo en los films no era una ilusión sino producto de una formación cultural notable (…) Había venido a España con su esposa Constance Talmadge, acompañando al cacereño Antonio Moreno, entonces uno de los galanes más cotizados de la meca del cine. Su adhesión al grupo surrealista fue inmediata, cristalizando en una buena amistad, sobre todo con Hinojosa, en aquel verano de 1928 (…) Por las tardes, discutían de temas surrealistas, acompañados a veces por el pintor Jean Lirsac”.


El texto de Aranda tiene suficientes elementos para construir una ficción novelesca o cinematográfica pero las evidencias de la hemerografía demuestran que la acción no transcurre en 1928 sino, como bien sabemos, en 1930, que el acompañante de la pareja no era Antonio Moreno sino Gilbert Roland, además de otros diversos matices. Sí es cierto que, en la primavera de 1930, las reuniones en la playa malagueña estuvieron integradas por Dalí y Gala junto a sus amigos José María Hinojosa, Emilio Prados y José Luis Cano, entre otros. De ellas, tanto este escritor como el propio pintor catalán han dejado constancia de su discurrir.


Por el contrario, la prensa malagueña de entonces reseñó algunos momentos de la estancia y la contemporánea se ha encargado de recordarlo oportunamente; del mismo modo, la revista “Litoral” ha hecho referencia a la busteriana visita con ocasión de monográficos en los que el cine y los escritores han sido tema prioritario.


El periodista del diario “Sur”, Francisco Gutiérrez, ha recordado en diferentes fechas la estancia del grupo cinematográfico tanto en Málaga como en la Malagueta. (Citaré por el artículo de 24 de enero de 2000). En efecto, señala que “Diario de Málaga” y “Vida Gráfica” fueron los medios de prensa que reseñaron el acontecimiento e incluye ambos textos en su crónica. De aquí, tomamos literalmente lo que uno y otro publicaron. El periódico indicado, en su edición de 25 de agosto, escribía: “Ayer, procedentes de Jerez, llegaron en automóvil los conocidísimos actores cinematográficos Buster Keaton, más popularizado por Pamplinas, y Luis Alonso, que usa en el cine el sobrenombre de Gilbert Roland. Venían acompañados de las también actrices Natalia y Norma Taldmage. Los cuatro peliculeros se hospedaron en el Caleta Palace, y por la tarde asistieron Pamplinas y Luis Alonso a la corrida de toros. El día y parte de la noche la completaron, recorriendo algunos lugares típicos de la capital y esta mañana, a las 9.30, salieron en automóvil para Granada”.


“Vida gráfica”, por su parte, no sólo informa de la visita, sino que publica una fotografía de ambos actores en la plaza de toros, obviamente parecida a otras semejantes tomadas en San Sebastián o en Toledo. El texto refiere lo siguiente: “Ayer, en La Malagueta, el sublime intérprete de El cameraman quiso pasar desapercibido para todos, y sin embargo el público reconociólo enseguida, porque la ausencia en su rostro de la risa, el gesto impasible que él adorna, es algo tan característico de Pamplinas que lo hace, por único en el mundo, ser reconocido y admirado”.


El artículo de Francisco Gutiérrez también se hace eco de unas anécdotas vividas por los hermanos Darío y Manuel Carmona. En la revista “Litoral”, cuando se cumplían 20 años de su publicación, Darío rememora la adicción de Keaton al alcohol, precisando: “era un hombre muy inteligente, pero se emborrachaba de whisky desde por la mañana a las 10, hasta el día siguiente”. Esta exageradísima verdad a medias, parece ir paralela a la cantidad de veces que los nativos se bañaron con los foráneos en el mar malagueño; dice Darío a este respecto: “Sin embargo, se bañó con nosotros en el mar algunos días. Pero parte, yo creo, en la juventud de Litoral, pues siempre iban con nosotros ese trío, Buster Keaton, Norma Talmadge y Luis Alonso”. Haciendo caso a la prensa y a su hermano Manuel, los cineastas sólo estuvieron un día en Málaga. Es precisamente, Manuel Carmona, el pintor, quien refiere una anécdota propia de sus entonces 14 años: Keaton quería limpiar su coche y a estos hermanos se les ocurrió hacerlo ellos mismos empleando materiales de su propia cocina. El propietario pagó en dólares (¿billete de 5, billete de 10?), lo que resolvió las querencias y caprichos de los hermanos durante unos días.


En Granada


En las memorias de Keaton, las únicas menciones que hay a su viaje por España están referidas a las corridas de toros, con especial atención a la toledana, y a un suceso ocurrido en Granada durante la celebración de un banquete. En efecto, el Rotary Club local les invitó a comer en un céntrico restaurante donde reunieron a un centenar de personas; uno de los anfitriones les dio la bienvenida y Roland contestó en nombre de los invitados. Se hicieron numerosos brindis de los que Gilbert informaba a su compañero debidamente; sin embargo, al llegar al último, no dio ninguna explicación y Buster se la exigió. Como sin darle importancia dijo: “bebíamos por la muerte del rey”. Al recordarlo, el bondadoso cómico no pudo menos de escribir en su libro: “Me horrorizó oír que había estado bebiendo por la muerte de un hombre que no me había hecho daño alguno, al que no conocía y por cuyo país estábamos viajando” (pág. 186-187). Todavía un estrambote de conversación entre ambos aclararía a Keaton que la popularidad de que gozaba el monarca no suponía querer mantenerlo como rey; no sólo a él sino a toda su “cuadrilla”. Y, consecuentemente, aquellos anfitriones lo preferían en el exilio y cuanto más lejos… mejor. El autor de El maquinista de la General dirigiéndose a su interlocutor preguntó sin ingenuidad alguna: “¿no crees que sería inteligente emprender el viaje de regreso?”


Seguidamente, Keaton escribe un párrafo en el que ha hecho zozobrar a más de un crítico y a algún historiador ilustre; dice así: “Y el 14 de abril de 1931, el día que pasamos de España a Francia, el alegre y simpático Alfonso cruzó también la frontera portuguesa para no volver jamás al país en el que había nacido para ser rey”. El gran Buster escribe sus memorias casi treinta años después de haberlas vivido y, en este caso, ha confundido el año de su estancia española, agosto de 1930, con el año de la llegada de la República y el fin de la monarquía alfonsina, abril de 1931. Por esto, no es nada extraño encontrar informaciones y estudios sobre el cómico norteamericano que sitúan su estancia española en este año.


En Alicante


Una página de internet titula su información “Cuando Buster Keaton visitó Alicante”; además de ofrecer unas breves notas sobre la filmografía del director y algún episodio de las “memorias” (consecuentemente sitúa el viaje en 1931), aporta un suelto de la publicación “El Luchador” fechada el 29 de agosto de 1930 y titulada “Visita relámpago. Pamplinas en Alicante”. Más allá de mostrar la satisfacción del viaje, la gentileza de los españoles, la belleza de la tauromaquia, etc., informa que se hospedaron en el Palace y que esa misma mañana marchaban en dirección a Valencia.


El resto podría ser una secuencia de cine mudo escrita y filmada por Keaton. El texto dice lo siguiente: “Un compañero de redacción estuvo esta mañana, (sic) a visitarlos, y antes (sic) las dificultades de entablar una conversación, pues Pamplinas no sabe casi nada de castellano, solo pudo obtener mímicamente algunos detalles”. (…) Después de ser obsequiado con cigarrillos, nuestro compañero se despidió, agradecido a las atenciones recibidas y sintiendo no poder haber sostenido una conversación más completa para haber proporcionado a nuestros lectores, como nosotros siempre procuramos, los mayores detalles de la vida íntima de Pamplinas”.


Ilustración: Buster Keaton en una imagen de El moderno Sherlock Holmes (1924).


Próximo capítulo: V. Buster Keaton visto por los escritores de la generación del 27