Alas de mariposa

Hay veces que, con tal de crear señas de identidad, aunque sean falsas, se hacen barbaridades, como la de conceder nada menos que la Concha de Oro del Festival de San Sebastián a esta cosita en forma de celuloide pedante, cuando no pasa de ser un experimento fallido de dos hermanos (el Juanma que firma como director y el Eduardo que suscribe el guión junto al "supuesto" realizador) que por edad y magros conocimientos deberían estar haciendo segundo de Imagen (rama repetidores) en vez de querer pasar por los nuevos niños terribles del cine que, definitivamente, no son.

Y es que, a lo que se ve, hay que crear un cine vasco aunque tal cosa no exista, sino unos cuantos cineastas de aquella región que hacen cine, cada uno de su padre y de su madre.

Un matrimonio, una niña hipersensible que siente celos de su hermanito, un bebé de apenas meses, una tragedia que se veía venir, una inercia en la desidia y un paisaje lóbrego al máximo son los elementos que combinan los Bajo Ulloa, como si usaran su estuche de Magia Borrás que les echaron los Reyes Magos no hace tantos años.

Pero donde algunos petimetres han querido ver la nueva obra maestra de los años noventa, el novel niño prodigio de una cinematografía nonata, un supuesto portento de lirismo entre Baudelaire y Pompas Fúnebres la Esperanza, lo que hay es un plato indigesto, pretencioso, que quiere decir muchas cosas y, como era de esperar, finalmente no dice nada.

Y es que ya se sabe: los experimentos, con gaseosa, que cuesta mucho menos y, además, no da dolor de cabeza, como en este caso...