Años de sequía

No es muy frecuente la llegada de producciones australianas a nuestras pantallas, aunque hubo un tiempo que se pusieron de moda a raíz del estreno de Mad Max: Salvajes de autopista (1979).

Años de sequía (2020), de Robert Connolly, nos cuenta la historia de Aaron Falk, un policía agente federal que regresa de Melbourne a su hermético pueblo natal (ficticio) de Kiewarra, después de más de 20 años de ausencia, para enfrentarse a los demonios de su pasado cuando Luke Hadler, su amigo de la infancia, fallece en un asesinato presentado como un suicidio, tras matar a su esposa y a su hijo. Llega al pueblo para asistir al funeral y todo el mundo lo mira de reojo, cuando el lugar padece una prolongada sequía.

En principio sólo piensa quedarse para el entierro, pero tras hablar con los padres del fallecido, decide no marcharse e investigar lo ocurrido para demostrar la inocencia de su amigo y la suya en otros tiempos. No parece que sea bienvenido para la gente del pueblo, ya que en su pasado hay también una muerte de la que se le culpaba a él por su relación con una adolescente de 17 años, la víctima en aquella ocasión, con la que tenía una relación.

El guion está basado en la novela de Jane Harper, antes de ser publicada, y después se convirtió en la más vendida de 2016, cuya adaptación ha corrido a cargo de Harry Cripps y el director Robert Connolly, a lo largo de la cual van transcurriendo en paralelo la investigación que realiza Aaron sobre el presunto asesinato, que no suicidio, y los recuerdos de la muerte ocurrida cuando él era joven, que motivó que se fuera del pueblo.

Tiene un arranque algo confuso en el que en poco tiempo nos presenta a una gran cantidad de personajes, lo que hace difícil poder identificarlos a todos y esto dificulta la comprensión por parte del espectador, aunque después se serena y se hace con las riendas de la narración, que no por ello deja de ser menos complicada, con los flashbacks de la historia del crimen del pasado.

El papel principal de Aaron Falk lo encarna un contenido Eric Bana, uno de los actores australianos más populares, en esta trama detectivesca de misterio, al que el personaje le viene como anillo al dedo, implicándose hasta el punto de ejercer también de coproductor. Por su parte Genevieve O’Reilly es Gretchen, una madre soltera que estuvo enamorada de él, cuya vuelta revive aquel amor.

El director Robert Connolly le imprime a la narración el ritmo preciso a esta clase de películas del género policiaco, contando a su favor el haber sido el adaptador de la novela al coescribir el guion, lo que hace que no dé opción al aburrimiento, aunque hay que estar muy atentos al desarrollo de la misma.

La agradable e inspirada música compuesta por Peter Raeburn acompaña bien a las imágenes sin subrayar en ningún momento el aspecto psicológico de los personajes y el suspense que se genera.