Miguel Albaladejo debutó en el largometraje con una cinta voluntariosa, La primera noche de mi vida, que supuso también su primera colaboración con la escritora Elvira Lindo, prolongada luego en la divertida Manolito Gafotas (personaje creado por la misma autora) y que sigue en esta Ataque verbal.
Tiene una cosa a su favor Albaladejo, y es hacer un cine sin pretensiones, de género, sin tantas ínfulas como se dan en el cine español, en los que todos quieren tener la vitola de autor a las primeras de cambio. Su cine, en cambio, parte de un costumbrismo asequible a todo tipo de publico y a unos guiones sencillos que suelen reunir a muchos personajes, con lo que el trabajo actoral es importante en todas sus películas.
Pero quizás esa virtud de la humildad ha resultado excesiva esta vez, resultando Ataque verbal una película demasiado a ras de suelo, demasiado corta en sus pretensiones, hasta el punto de que más parece un conjunto de cortos que un verdadero largometraje.
Elvira Lindo y Miguel Albaladejo han articulado siete pequeños relatos, siempre con parejas protagonistas, y parejas que no paran de hablar, de decirse cosas, de usar la palabra como arma primordial. Y como suele ser normal en este tipo de cintas, unas historias funcionan mejor que otras.
Así, frente a episodios inanes, como el inicial o los dos de los adolescentes, destacan el de las barrenderas (con la propia Elvira Lindo y Geli Albaladejo) y el del trasplantado visitado por la viuda del donante (con Adriana Ozores y Roberto Álvarez), ambos muy por encima del conjunto de una obra que se nota alicorta en sus fines y visualmente muy pobre.
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