Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo bajo Demanda (VoD).
El cine africano reciente tiene demostrada su calidad. Sin ir más lejos, en la última edición del FCAT, el Festival de Cine Africano, se pudieron ver algunas películas notables, como Abou Leila (2019), de Amin Sidi-Boumédiène, y You will die at 20 (2019), de Amjad Abu Alala. Sin embargo, nos parece que los europeos, con cierta frecuencia, tratan al cine del Continente Negro con una benevolencia que más bien parecería paternalismo. Así, esta Atlantique fue galardonada nada menos que con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes, el certamen más importante del mundo, siendo esa recompensa la segunda en categoría en el festival de la Costa Azul, tras la codiciada Palma de Oro. Vista la película, habrá que entender tal premio como la condescendiente intención de reconocer una obra insuficiente por el mero hecho de estar rodada en el África negra, con una historia puramente africana, con actores aborígenes y algunos técnicos también de la tierra, y con una directora que es franco-senegalesa, aunque naciera en París y su formación haya sido estrictamente europea.
La acción de Atlantique se desarrolla en Thiaroye, ciudad satélite de Dakar, la capital de Senegal. En esa localidad, por cierto, se produjo durante la Segunda Guerra Mundial una atroz matanza de soldados senegaleses conocida como la Masacre de Thiaroye (llevada al cine en 1998 por Ousmane Sembene en su Camp de Thiaroye). Conoceremos a Souleiman, joven veinteañero empleado en la construcción de un gran rascacielos en la urbe; los trabajadores llevan 3 meses sin cobrar, por lo que muchos de ellos están determinados a intentar llegar a Europa; Souleiman mantiene un noviazgo clandestino con Ada, chica de mejor posición social que él; ella, a su vez, está prometida y próxima a casar con Omar, emigrante legal en Italia de aún mejor nivel social y económico; pero Ada no quiere a Omar sino a Souleiman. Esa noche el joven parte para España en patera, junto a otros compañeros del trabajo, al no haber recibido el salario que les correspondía por su labor en la construcción de la torre. Sin embargo, unos pescadores, unos días más tarde, recuperan el cuerpo del chico en sus redes, al haber naufragado la frágil embarcación en la que viajaba. En Thiaroye, Ada, que se ha enterado de la partida de su secreto amor, accede a casarse con Omar, aunque lo hace sin ningún entusiamo. Mientras se celebra el banquete de boda, la alcoba nupcial sale ardiendo, al parecer por combustión espontánea. Issa será el joven inspector encargado de investigar el caso; cuando se entera de que, al parecer, se ha visto a Souleiman por los alrededores, tendrá claro que este ha sido el autor del fuego, quizá con la connivencia de su novia secreta, Ada, a la que presiona inclemente…
Se podría decir que Atlantique es una historia impregnada del "realismo mágico" que caracterizó al "boom" hispanoamericano, solo que en el Continente Negro. Claro que hablamos de un muy elemental "realismo mágico", muy inferior a cualquiera de los textos seminales del conocido como "boom" (García Márquez, Vargas Llosa, Rulfo, Carpentier, Cortázar…). La historia tiene elementos fantásticos, como esas novias poseídas (espiritualmente, se entiende, no de la otra forma…) por sus novios, o ese inspector al que le dan "yuyus" que no son tales sino raptos de posesión por parte del novio ahogado, que toma posesión de su cuerpo para volver a la ciudad, quemar la alcoba nupcial para hacer imposible la noche de bodas de su amada con el otro, y finalmente, para consumar su amor en lo que se podría considerar una coyunda "por poderes"…
Pero lo cierto es que la historia, que así contada podría tener su interés, está plasmada en pantalla con una incompetencia notable; los diálogos son insulsos, de una inanidad que llama la atención por lo endeble de los textos. Mati Diop, la directora, es una actriz franco-senegalesa (París, 1982), que desde hace unos años ha iniciado también una carrera como directora, fundamentalmente de cortos, debutando en el largo con este Atlantique, que en puridad no es sino la historia corregida y aumentada que ya esbozó en su ópera prima en el cortometraje, de título casi homónimo, Atlantiques (2009). Diop, como realizadora, peca de impersonal, con una puesta en escena desaliñada, fea, deshilvanada. La coherencia del guion es escasa, y buena parte de la información nos llega... vía gacetilla de la productora o distribuidora, craso error bastante habitual en nuestro tiempo en el cine independiente que confunde la gimnasia del silencio gozosamente creativo con la magnesia de no tener nada que decir pero aparentar que se dice algo.
Naif, ingenua, formalmente clásica aunque bastante tosca en su plasmación fílmica, la historia se va desarrollando a trompicones, con esos hombres y mujeres poseídos por los ahogados cuyo signo externo de ello son esos ojos blancos que nos recuerdan los del "no-muerto" de Yo anduve con un zombi (1943), de Jacques Tourneur, aunque los de la película que comentamos dan mucho menos miedo...
Tiene el film, de todas formas, cosas interesantes. La propia historia lo es, si no fuera porque está tan mal contada. Se le da también un apreciable papel al mar, retratado aquí ominosamente a la vez como tumba de los muertos y como base de operaciones desde la que estos actúan en su ciudad natal, para intentar recomponer lo que se rompió con sus muertes.
Film poco estiloso, tiene un ritmo lento, premioso, confíando en exceso en el silencio de los actores, pero esos silencios no dicen gran cosa, máxime cuando los intérpretes, todos ellos debutantes en la pantalla, están como acartonados, resultan poco naturales.
En resumen, estamos ante una película que desperdicia un tema a priori de interés, con un confuso relato bienintencionado pero claramente deficiente, en manos de una directora que no se puede decir que sea precisamente de estilo exquisito, sino más bien vulgar.
(06-03-2021)
106'