Bambi fue el quinto largometraje producido por Walt Disney, quien, aunque no dirige el film (lo hizo David Hand, a cuyas órdenes trabajaron hasta ocho directores más, a cada uno de los cuales se les adjudicó una secuencia, siendo Hand el supervisor de todas ellas), se puede considerar a todos los efectos su “autor”, controlando todos los resortes para que el producto responda exactamente a lo que el célebre productor y director deseaba.
La base literaria de Bambi es el libro Bambi. Eine Lebensgeschichte aus dem Walde (literalmente “Bambi. Una vida en el bosque”), del que fue autor el escritor austríaco Felix Salten, un volumen publicado en 1923 en su país por Neue Freie Presse, si bien habrá que decir pronto que el guion se tomó muchas libertades con respecto al texto original, por lo que se puede hablar, sin faltar a la verdad, de una versión muy libre.
La película narra la historia del cervatillo Bambi, desde su nacimiento, con las enseñanzas de la vida que recibe de su madre. Su mundo es el bosque y sus amigos, viendo pasar cíclicamente las distintas estaciones, mientras va creciendo; pero ese mundo confortable y feliz se viene abajo cuando los cazadores matan a su progenitora...
Fábula paleoecologista, la película de la entonces todavía emergente Walt Disney Pictures tuvo un fuerte impacto en la infancia de la época, impacto que, ciertamente, se volvió a repetir con cada nueva reposición, o ya en nuestros tiempos, con su visualización a través de las plataformas correspondientes. El mensaje de candor, de bondad absoluta que desprende esta historia del cervatillo, ha supuesto incluso su utilización política para menospreciar a líderes motejándolos con el nombre del tierno cervatillo, como ocurrió con el supuesto buenismo del presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
Por otro lado, la película participa de una de las más conspicuas constantes del cine disneyano, la aparición del Mal en todo su esplendor, aunque aquí, lejos de ser un Mal personificado (a la manera de la Bruja del primer largo de la Casa del Ratón, Blancanieves y los Siete Enanitos), es un Mal difuso, genérico: el ser humano (no andaba demasiado desencaminado el viejo Walt: los seres humanos como provocadores del progresivo y acelerado envenenamiento de la Tierra), en este caso personificado en la figura del cazador, enemigo por antonomasia, lógicamente, de los ciervos. La culminante escena de la muerte de la madre de Bambi dio lugar a varias generaciones de infantes traumatizados, aunque en puridad habrá que convenir que supuso una de las primeras aproximaciones a un fenómeno, la muerte, al que niños y adolescentes viven (con la aquiescencia de sus mayores...) absolutamente al margen, como si no existiera.
Por lo demás, Bambi es un auténtico prodigio del dibujo animado. El trazo exacto, el movimiento armonioso, el color perfecto, la banda sonora bellísima. Como ya entonces era habitual en los films disneyanos, cuenta con una atractiva gama de personajes secundarios, como el conejo Tambor y la mofeta Flor.
Original en todos los sentidos, Bambi se mantiene plenamente vigente, a pesar de las muchas décadas que han pasado por la película, y sigue conectando a la perfección con el público infantil, pero también con el adulto. Con buen criterio, hoy por hoy se considera a Bambi como uno de los clásicos de Disney que mejor ha capeado el paso del tiempo, manteniendo incólume su mensaje y aguantando el tirón con respecto a técnicas de “cartoon” mucho más avanzadas.
(21-08-2021)
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