Bienvenidos a Zombieland

Precedida de un notable éxito de taquilla (para su tamaño, se entiende), esta Bienvenidos a Zombieland podría considerarse de alguna forma como si los personajes adolescentes de la saga American Pie visitaran las películas de George A. Romero, mayormente la mítica y seminal La noche de los muertos vivientes. Porque lo que el (prácticamente) debutante, al menos en pantalla grande, Ruben Fleischer propone con esta peculiar cinta es mezclar los elementos de las comedias de adolescentes salidos con los arquetipos de los filmes de zombies.

El resultado, lo diremos pronto, no es como para tirar cohetes. Hay un viaje iniciático, sí, con los correspondientes viajeros que han de ceder a sus recelos para confiar en los otros y protegerse mutuamente, todos en busca de algún Eldorado donde no habrá muertos vivientes y donde vivirán felices y comerán perdices (o Twinkies, en este caso…). Pero ni la propuesta llega a convencer en su apartado de humor (salvo, quizá, la autoparodia a la que se presta Bill Murray, aunque con un final más que previsible), ni tampoco termina de gustar al público ávido de casquerías y menudillos, porque estos precisamente no menudean, sino más bien escasean.

Así las cosas, queda una película resultona, bien que con un notable parón narrativo hacia su parte central, que se anima en el desenlace (también bastante previsible, pero, ¿qué no lo es en el cine hodierno?) y parece encandilar a cierto público adolescente. Claro que si, como es el caso, el mejor momento del filme resulta ser la escena de los títulos de créditos iniciales, rodados con un desparpajo y una descontextualización más que curiosas (esas víctimas arrollando, en su huida desesperada, las letras de los nombres de los actores y componentes del equipo técnico…), se puede suponer cuál es la altura real cinematográfica de este empeño.

Ruben Fleischer, el director, parece tener buena vista comercial; del otro talento, el propiamente fílmico, todavía parece que le queda bastante por aprender. Acotación a pie de página: no sé por qué se empeñan en dar a Woody Harrelson papeles de duro, cuando tiene aspecto de no haber matado una mosca en su vida…