Está visto que la alianza Disney-Pixar sigue dando réditos de lo más jugosos. Económicos, desde luego, convirtiéndose en la más taquillera de las películas en las que han colaborado ambas empresas, pero, sobre todo, artísticos, pues esta Buscando a Nemo es digna heredera de las anteriores y notabilísimas obras de esta "entente cordiale": el estupendo tríptico de Toy Story, sobre los juguetes y su importancia en la vida del niño; Bichos, la fábula animalista y tributaria de Los siete magníficos y Los siete samuráis; Monstruos S.A., adorable aproximación a los "cocos" de nuestra infancia. Y ahora, con este nuevo filme, acometen nada menos que una aventura en clave generacional, con un pez payaso, padre viudo y superprotector, que intenta poner fuera de peligro a su vástago; cuando éste es capturado por un submarinista, sacamuelas de profesión, el padre se transformará en el ser temerario que nunca fue, por puro y simple amor paterno.
Llevada con un ritmo trepidante, la película es una pura delicia, un caramelo de gozoso paladar, con personajes espléndidos, como la azulada Dory, que hace bueno el dicho de que tienes menos memoria que un pez (tres segundos, dicen que es lo más que recuerdan los seres marinos con espinas), tal vez un entrañable homenaje a los afectados por esa pavorosa enfermedad de nuestro tiempo, devastadora de recuerdos, que es el mal de Alzheimer. O las gaviotas, auténticos buitres permanentemente hambrientos, cómicas hienas con alas y pico. O los tiburones que quieren dejar de comer carne, en una desternillante recreación de las reuniones y ritos de las asociaciones de alcohólicos anónimos. Todo ello trufado con un humor paródicamente cinéfilo, como la revisitación de Los pájaros, con una iconografía clavadita, en clave cáustica, o de Psicosis, en clave musical.
Pero, sobre todo, lo que hay es una lección de amor y valor, por parte del padre y del hijo, un esfuerzo para vencer los propios miedos y recuperar a los seres queridos. Alguien dirá que es una película conservadora porque elogia la familia: si es así, es que el tío no se ha enterado de la misa la media: la familia no es de derechas o de izquierdas: o se basa en la formación de seres íntegros criados en el cariño, o no existe. Ésa, y la reivindicación de la figura del padre (tan denostada hoy por teorías suicidas) para el hijo, son las mejores cualidades de ésta por lo demás divertidísima aventura disneyana y (creo que soy el primero en escribir el "palabro") "pixariana"...
Algún momento inicial un poco ñoño, y ciertas escenas (las de la corriente marina con las tortugas) algo inferiores al conjunto apenas entibian lo que, sin esos mínimos reparos, sería una obra maestra absoluta.
110'