Bebiendo en varios clásicos sobre el contacto con extraterrestres, Robert Zemeckis ha pinchado en esta daptación de la interesante novela del científico y humanista Carl Sagan. Porque Zemeckis y sus guionistas no han sabido expurgar adecuadamente la trama de toda la verborrea cientifista que en un texto escrito se puede sobrellevar, pero que en una película desconcierta al espectador, aturdido por un sinfín de términos tecnológicos que nada le aportan.
Otra cosa hubiera sido si el director hubiera optado por la parte más cinematográfica del filme: el espléndido comienzo, un itinerario estelar bellísimo, en una conjunción de imagen y sonido que es todo un homenaje a las secuencias finales de 2001, una odisea del espacio, o la muy bien llevada escena del lanzamiento de la nave y el viaje a través de las galaxias de la protagonista, conducidas con nervio y auténtico pulso cinematográfico: una pequeña maravilla, pero tan escasa en metraje, en comparación con el resto de la palabrería de los personajes (además con errores de "casting" del tamaño de hacer teólogo a McConaughey, que ya es imaginación...), que el balance final es claramente deficitario: diez minutos de auténtico cine dentro de un océano de aburrimiento es demasiado poco para lo que esperábamos del talento de Zemeckis.
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