Sobre la novela corta El cuerpo, contenida en el libro Different seasons, Rob Reiner realiza la primera de sus dos adaptaciones sobre material kingiano, y ciertamente consigue una de sus mejores películas, un filme que combina con acierto la melancolía por la infancia perdida con apuntes costumbristas tan caros a su autor literario, el universo infantil que también le es tan querido y, sobre todo, el viaje iniciático, un viaje exterior, el de cuatro chicos al filo de la adolescencia en busca del cuerpo sin vida de un crío de poco más de su edad, pero sobre todo el viaje interior de cuatro mocosos que estaban dando, sin saberlo, el salto desde la dorada edad de la niñez, donde no hay responsabilidades más allá de los estudios, hasta la edad en la que se empieza a ser adulto, cuando hay que empezar a elegir y a soportar cargas para las que nadie está preparado.
Ese viaje iniciático, espacial, temporal, pero sobre todo de madurez, es el tema de este hermoso filme de Reiner, realizado en un raro estado de gracia que el cineasta no ha vuelto a conseguir después, aproximándose a esta altura sólo en algunos momentos de La princesa prometida o de Algunos hombres buenos.
Cuenta conmigo se beneficia de la célebre canción Stand by me, pero también de su sentido, es una historia de amistad, fundamentalmente la de Gordie y Chris, en la que es imposible no ver un trasunto autobiográfico de King, que sería, de alguna forma, el referente de Gordie Lachance; aunque algunos puntos no coinciden con su biografía real, sin embargo la fecha en la que se sitúa el relato, 1959 en la película, 1960 en la novela, hace coincidir prácticamente la edad, doce para trece años, de Gordie Lachance con la del adolescente Stevie King; la guinda la pone la vocación del chico, la literatura, y sobre todo el carácter fuertemente nostálgico y apasionado del relato, del que se contagia Reiner en su filme.
Contada la historia con naturalidad, realizando un gran trabajo con los cuatro chicos protagonistas, destacando ya el perfil extraordinario de River Phoenix en su primer papel importante, la película capta perfectamente el espíritu de la novela corta y, sin limitarse a ser una mera ilustración, tiene vida propia, es autónoma por sí misma y resulta una de las mejores versiones kingianas en la pantalla. Si hubiera que destacar algunas de las mejores escenas, resaltaría el cuento que narra Gordie a sus amigos en la noche del bosque, con el niño gordísimo vomitando sobre cuantos se han burlado de él, resuelta con admirable concisión y un tono entre surrealista y “gore” ciertamente curioso; o la intimista secuencia en la que Gordie se sumerge en la depresión tras encontrar el cadáver, cuando toma conciencia por primera vez de lo que supone la muerte y se da cuenta de que su padre lo aborrece por no haber sido él, y no Denny, quien muriera.
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