Akiva Goldsman, el casi debutante director de este filme, tiene una ya larga trayectoria como guionista (Tiempo de matar, El código Da Vinci, entre otros) y como productor (Deep Blue Sea, Sr. y Sra. Smith, Starsky y Hutch), créditos ciertamente no muy brillantes que digamos. Cuando ha pillado la batuta para dirigir, parece que se ha inclinado por un relato que combina elementos fantásticos, que pretenden ser mágicos, con historia romántica al uso, aunque estirada a lo largo de un siglo, por mor de esas licencias artísticas que el fantastique tanto se permite.
Pero lo cierto es que este Cuento de invierno (no confundir con su homónimo de Eric Rohmer, por favor) deja mucho, muchísimo que desear. No es ya que la historia sea marciana con ganas, sino que su resolución parece como de otro tiempo, de cuando el cine era ingenuo y los espectadores inocentes. Por supuesto, el cine que se hace en cada momento tiene que corresponderse con su instante histórico. Hacer cine “a la manera de…” no deja de ser sino un manierismo, por no decir una boutade, casi una tomadura de pelo, una forma de llamar la atención sobre sí mismo, un ejercicio de narcisismo.
Un joven huérfano y apadrinado (es un decir) por el Fagin de turno, para la ocasión con una textura literalmente diabólica, se revuelve contra su padrastro (Edipo, siempre Edipo), por lo que el demoníaco malhechor le hace cruces (bueno, en este caso la frase hecha española no es la más adecuada, por obvias razones) y va a por él. Nuestro protagonista huye gracias a un caballo alado (esa mitología: Pegasus nada menos…) y encuentra, cuando va a robar, a una jovencita tísica a la que le quedan dos telediarios; lógicamente se enamora, lógicamente su diabólico padrastro usa ese amor para sus intereses, lógicamente todo termina como el rosario de la aurora, para permitir una segunda oportunidad, vía mantenimiento con pinta de treinta años cuando se pasa largamente de los cien…
En fin, un disparate tras otro, filmado con almíbar a paletadas por un cineasta que ciertamente no parece que vaya a pasar a ningún Olimpo de los directores. Y eso que ha contado con un reparto plagado de estrellas, desde un Colin Farrell que últimamente no parece atinar en la elección de sus películas, hasta un Russell Crowe que hace un diablo como de caricatura, un malo de opereta que se pasa todo el rato poniendo caritas de villano. Qué decir de un Will Smith en plan diablo jefe, que se pasa tres pueblos… Me quedo con la maravillosa aparición de una Eva Marie Saint anciana, con casi noventa años, la bellísima protagonista de filmes como Con la muerte en los talones, Éxodo o El árbol de la vida (versión Dmytryk, se entiende, no la cursilada de Terrence Malick), una presencia serena y dulcísima: los escasos minutos que está ella en pantalla justifican la visión de esta, por lo demás, tan feble película.
Cuento de invierno -
by Enrique Colmena,
Feb 25, 2014
1 /
5 stars
Fantástico, qué desmanes se cometen en tu nombre...
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