Pelicula:

Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo Bajo Demanda (VoD).

El cine francés de animación tradicional, en este siglo XXI (pero también en el último cuarto del siglo XX) tiene un nombre: Michel Ocelot. Para una mejor comprensión de su figura sugerimos la lectura del artículo publicado en CRITICALIA con el título Europa como polo del “cartoon” tradicional en el siglo XXI: menos infantil, más adulto (III). Francia: Michel Ocelot. Pero en el cine francés no todo es Ocelot, afortunadamente. Entre los nuevos cineastas que están haciendo un “cartoon” sumamente interesante en el país de Molière, Jérémy Clapin es uno de los más aventajados. No tiene una carrera dilatada; de hecho, esta se compone de solo cinco títulos, siendo los cuatro primeros de formato cortometraje, y solo este ¿Dónde está mi cuerpo? es un largo. Del nivel del film puede dar una idea el hecho de que, siendo la primera película en metraje comercial de su director, fue nominada al Oscar al Mejor Film de Animación, que finalmente se llevó el “blockbuster” Toy Story 4. La película francesa, no obstante, ha sido galardonada repetidamente: 2 César del cine francés, 3 Annie (los Oscar de la animación), premios en los festivales de Cannes, Annecy, Austin, Boston, Chicago, Florida, Sitges...

Quiere decirse que estamos ante una película muy singular, que ha cosechado elogios por do quiera va. Y lo cierto es que nos parecen todos merecidos. La acción se inicia a finales del siglo XX (un calendario de pared indica que estamos en 1994). En ese contexto, una mano amputada escapa prodigiosamente del hospital en el que está; busca el cuerpo al que pertenece. Alternativamente iremos conociendo la infancia del muchacho al que pertenece, un chico franco-marroquí llamado Naoufel, y también su vida actual, inmediatamente anterior al accidente sufrido, vida en la que era un repartidor de pizza tirando más bien a torpe. Con esos tres escenarios (la mano que busca su cuerpo, los recuerdos de la infancia gozosa, y el tiempo en el que el protagonista estaba completo hasta llegar a la traumática amputación) iremos conociendo más de este chico y sus circunstancias...

Jérémy Clapin nos parece ciertamente el cineasta adecuado para esta peli (en el buen sentido...) esquinada; sus cortos, como Une histoire vertébrale y Palmipedarium, están protagonizados por personajes extraños, distintos, ajenos a la realidad. Sobre la novela Happy end, de Guillaume Laurent, que también interviene en el guion, Clapin nos cuenta una historia llena de sugestivas ideas: así, habrá elementos que anticiparán sucesos, como la recurrencia a las moscas que, finalmente, tendrán una importancia capital en la trama del film, que juega con el blanco y negro para el tiempo dorado de la infancia, en una familia en la que se sentía plenamente amado, hasta que un desgraciado accidente lo arrojará a las manos eficientes pero insensibles del Estado; y con el color para presentar los dos tiempos actuales, el de la mano seccionada que, cual ser sintiente, vidente, oyente y pensante, aunque en puridad sea más abstracto que físico, busca el resto del cuerpo del que fue seccionada, y el de ese cuerpo cuando aún estaba completo y tenía sueños y esperanzas y vivencias.

Temáticamente ¿Dónde está mi cuerpo? apuesta por la radiografía de un pobre diablo como sinécdoque de tantos pobres diablos como en el mundo son: ya adulto, se gana la vida como puede repartiendo pizzas a domicilio, tarea en la que no es muy diestro que digamos. Cuando un día se encuentra con una cliente, Gabrielle, con la que habla por el portero electrónico y termina conversando con ella de lo divino y lo humano, Naoufel concebirá la idea de acercarse a la chica porque secretamente piensa que se ha enamorado.

Ese amor entre ambos, de ida y vuelta, estará dado con detalles de buenísimo cineasta, como ese iglú de madera, y posteriormente de terrones de azúcar, que serán como los emblemas, los signos del amor de Naoufel por Gabrielle, ambos dos espíritus solitarios, de alguna forma abandonados, a la vez recelosos y deseosos de amar y ser amados. La alternancia de los tres tiempos narrativos (los flashbacks de la infancia, el momento actual con la mano que busca su cuerpo, el tiempo reciente en el que Naoufel era de una sola pieza y soñaba con Gabrielle y el Polo Norte como lugar inalcanzable para ambos) avanza con facilidad y solvencia, llenando paulatinamente las lagunas de la historia para que vayamos teniendo una idea cabal de qué ocurrió para que la mano terminara en un hospital y por qué obró como si tuviera vida, autonomía propia para regresar, como atraída por un imán, hacia el cuerpo al que pertenece. Algunas escenas imborrables, como la conmovedora secuencia de la mano en la alcoba del bebé, al que le coloca el chupe para que no llore y se deja agarrar un dedo para transmitirle seguridad, evidencian un descomunal talento creativo, en una escena además sin subrayados, austera: solo la mano, el bebé, el silencio tras cesar el llanto.

Con un dibujo muy realista, casi naturalista, a pesar del tema fantástico, y un muy conseguido movimiento humano, la película cuenta con pocos diálogos, en especial en su primera parte, fiándolo todo, y con razón, a la propia historia narrada por los propios dibujos, que no necesitan apenas de palabras. Tiene el film un tono pesimista, amargo, melancólico, aunque un final levemente esperanzado quizá lo tamice. Pero es difícil ser optimista en una historia como esta, con un pobre tipo que está en la cola de la sociedad, con su callado sentimiento por una chica de la que se ha enamorado, y el de ella, bibliotecaria que creyó encontrar un príncipe azul que más bien parecía rana, pero que no pudo tolerar la mentira como forma de aproximación a ella. Filosóficamente, podría decirse que estamos ante una película existencialista; citar a Camus, a Sartre, a Beauvoir, no sería ocioso.

Tiene también como elementos de interés ¿Dónde está mi cuerpo? la pintura que hace de los estratos bajos de la sociedad francesa: sus escenarios son siempre los habituales de los trabajadores, las calles de las barriadas de la periferia, el metro, los repartidores, los pequeños negocios que sobreviven. No hay triunfadores, solo gente anónima de pequeños sueños, de leves esperanzas. Con ellos, Clapin hace poesía de la cotidianidad, apoyado en una música urbana, de corte hipnótico, con la historia de un pobre diablo sin raíces, sin formación, sin asideros familiares, que apenas atisba lo que puede ser el amor con una desconocida de la que cae enamorado en el transcurso de una trivial conversación por el portero automático.

Con algún sorprendente homenaje, como el que rinde a Mary Poppins cuando la mano se vale de un paraguas para (con la fuerza del viento) volar hasta el edificio en el que está el resto de su cuerpo, la película de Clapin es una obra emocionante, sobria, austera, dolorosa, con un final intensísimo, llena de buenas ideas, siempre bien plasmadas, en un film sutilmente distinto.

(21-05-2020)


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81'

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¿Dónde está mi cuerpo? - by , May 21, 2020
4 / 5 stars
Un iglú (de madera) en la azotea