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Rodrigo Cortés es un guionista, montador, productor y director gallego (Pazos Hermos, 1973), aunque criado en Salamanca, que empezó su carrera haciendo vídeoclips musicales, lo que le confirió un amplio conocimiento de los secretos de la puesta en escena. A caballo entre finales del siglo XX y comienzos del XXI realizó una serie de cortometrajes que le dieron a conocer en el mundillo del cine y le permitieron dar el salto al largo con Concursante (2007), que llamó poderosamente la atención por la excelente factura técnica pero, sobre todo, por la dura crítica social que hacía. Haría entonces en coproducción con Estados Unidos el thriller Buried (2010), con el interior de un sarcófago como único escenario, brillante “tour de force” con la estrella Ryan Reynolds que le permitiría emprender una carrera internacional, con Luces rojas (2012), entre el terror y la fantasía, con un repartazo como para quitar el hipo: Robert de Niro, Sigourney Weaver, Cillian Murphy, Joely Richardson, Toby Jones, Leonardo Sbaraglia... El fracaso comercial del film, sin embargo, lo dejó en el ostracismo durante seis años, al cabo de los cuales volvió con otro thriller paranormal, Blackwood (2018), ahora solo con Uma Thurman como “star”. Un nuevo batacazo en taquilla le hace volver ahora con otra coproducción internacional, esta El amor en su lugar, también hablada en inglés, pero con actores escasamente conocidos y rodada fundamentalmente en interiores, en Cataluña haciendo como que es el gueto de Varsovia en 1942.
En ese barrio judío ya entonces sojuzgado por la constante vesania de los nazis, el Teatro Fémina lleva representando varias semanas una obra musical. En la obra, de carácter romántico y cómico, hay parejas cuyos intereses sentimentales se entrecruzan, en la tradición de la comedia de enredo. A su vez, los actores y actrices también tienen entre sí sus cuitas amorosas; cuando el ex de la protagonista le dice que ha conseguido sobornar a unos agentes de las SS para escapar ambos del gueto, la chica se opone porque está enamorada del otro actor del cuarteto protagonista del musical...
El amor en su lugar parte de un guion del propio Cortés y del alemán David Safier, que han trabajado sobre extractos de una obra que se representó efectivamente en el Teatro Fémina, original de Jerzy Jurandot, precisamente el director artístico y literario de la institución teatral, que existió en el gueto de Varsovia hasta la liquidación del mismo el 22 de julio de 1942, con el traslado de cientos de miles de judíos al campo de concentración de Treblinka, donde serían exterminados sin piedad, formando parte de lo que la Historia conoce como el Holocausto, la Shoah de los judíos.
Sobre esa hecatombe humana, sobre la que difícilmente se puede encontrar una explicación mínimamente lógica para tanto odio, Cortés monta su comedia musical, romántica y, por qué no, también terrorífica, especialmente cuando las fuerzas de las SS irrumpen en plena función, con esa displicencia que da el poder absoluto, la capacidad para masacrar impunemente, infundiendo el pánico que todo lo puede. La película se sigue con interés, tanto por las distintas líneas que se plantean, fundamentalmente la romántica y la de supervivencia, íntimamente ligadas, con una brillante puesta en escena por parte del gallego-salmantino, que utiliza con virtuosismo el plano-secuencia (falso o no, que no nos vamos a poner exquisitos...), recreando atinadamente la atmósfera moralmente viciada de un tiempo (los primeros años cuarenta) y un espacio (el gueto de Varsovia, pero también cualquier otro barrio judío en la Europa ocupada) en el que a lo máximo a lo que se podía aspirar era a ver amanecer un nuevo día.
Los chispeantes diálogos, probablemente originales del propio Jurandot sobre cuya comedia musical se gesta la historia, aportan la necesaria amenidad y ligereza a una historia que, por lo demás, resulta extremadamente sórdida por los hechos relatados, la ignominiosa brutalidad sin límites de unos (supuestos) seres humanos henchidos de un poder omnímodo contra gente corriente, gente cuyo único pecado fue nacer hebreos.
Buen trabajo en general de los intérpretes, que se desempeñan además razonablemente bien como cantantes en sus respectivos números; en especial nos ha gustado la protagonista, la danesa Clara Rugaard, un rostro peculiar que se sale de los cánones habituales y a la que auguramos un brillante futuro en la actuación.
(11-11-2021)
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