Católico y mujeriego, constructor de historias detallistas y sórdidas, Graham Greene ha sido llevado al cine en numerosas ocasiones, e incluso esta novela suya, The end of affair, ya había sido rodada en 1955 por el cine yanqui bajo el título de Vivir un gran amor, con Deborah Kerr y Van Johnson.
Ahora es el irlandés Neil Jordan el que retoma este relato de amores, guerra, adulterio y religión, y tras su desigual Dentro de mis sueños, logra con El fin del romance una de sus cintas más interesantes. Porque al autor de Juego de lágrimas le va perfectamente el conflicto emocional de esta pareja que, en plena Segunda Guerra Mundial, se enamora en la Inglaterra traumatizada por los bombardeos y el conflicto bélico.
Con el recuerdo de la obra maestra de David Lean, Breve encuentro, Neil Jordan acierta a plasmar la angustia de estos amantes, condenados a separarse, perdidos en sus propias contradicciones y enfrentados a personajes tan diferentes como el marido cómplice o el ridículo detective. Al fondo, el dilema religioso sale a flote con la figura del sacerdote y en la terrible promesa que lleva a la protagonista a escoger entre el amor o la vida de su pareja.
Todo ello envuelto en una exquisita ambientación, en una fotografía que recuerda a las tonalidades del cine de los años cuarenta o en la excelente interpretación de la dúctil Julianne Moore y el siempre angustiado Ralph Fiennes, completando entre todos una obra sensible, retrato ajustado del universo del escritor Graham Greene, que casi se autobiografió en este conflictivo relato de amores y engaños.
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