Cuando el crítico se encuentra frente a una película de la que se ha dicho prácticamente todo, hay que hacer un esfuerzo suplementario para decir algo nuevo, o al menos no demasiado tópico. El hombre que mató a Liberty Valance es seguramente una de las mejores películas del maestro John Ford, y como tal contiene, paradójicamente, el germen de la propia destrucción del género en el que se inscribe, el hoy difunto western.
Podríamos decir, sin meter la pata más de lo preciso, que los espagueti-westerns son un consecuente lógico e inevitable de este film, por cuanto El hombre que mató a Liberty Valance lleva el género del Oeste a sus últimas consecuencias; después de esta excelencia del clasicismo sólo queda espacio para el período flamígero, el western florido, narcisista, estilizado y un punto rococó de Sergio Leone, y la rápida cuesta abajo que condujo a la muerte del género.
Espléndido film y extraordinario reparto para un canto del cisne, la historia de un hombre bueno que se ve abocado a la violencia, y cómo, afortunadamente, de aquel trance irrenunciable salió con bien, física y, sobre todo, espiritualmente.
(09-09-2004)
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