Esta película ha obtenido el Oscar’2022 al Mejor Corto de Animación, primer film de nacionalidad española (además de norteamericana) en recibir ese galardón. Está disponible hasta el 20-04-2022 en la plataforma RTVEPlay; se puede visualizar pinchando aquí. También en YouTube, sin límite de plazo; se puede visualizar pinchando aquí.
Ciertamente, aunque los académicos de Hollywood hayan errado estrepitosamente en la elección de la mejor película de la edición de los Oscars celebrada en 2022, no se puede decir lo mismo al premiar esta pequeña maravilla que son los 15 minutos que dura este precioso (también íntimamente desalentado) corto, El limpiaparabrisas, primera película para cine de Alberto Mielgo (Madrid, 1979), un cineasta cuya experiencia en la dirección por ahora se limitaba a un episodio (muy laureado, eso sí: nada menos que 3 Primetime Emmys...), The witness, de la serie Love, Death & Robots. Pero Mielgo viene de lejos en esto de la animación, fogueándose en su juventud en films españoles como Dragon Hill. La colina del dragón y El Cid: La leyenda, para después emigrar a Estados Unidos, donde ha estado, entre otros, en los equipos que rodaron títulos como La novia cadáver y Harry Potter y las Reliquias de la Muerte.
Queremos decir que Mielgo no es un recién llegado, ni mucho menos, y el éxito de su episodio The witness le ha servido, aunque con arduo trabajo (cinco años, nada menos), para filmar esta delicatessen que lleva el más bien metafórico título de El limpiaparabrisas.
La acción se desarrolla en una urbe innominada, en Estados Unidos. Un hombre de mediana edad fuma en el interior de una cafetería, mientras mira por la ventana y escucha algunas conversaciones despreocupadas de clientes del establecimiento, que oímos en segundo plano. Quizá inspirado por esos diálogos, el hombre mira a cámara y se pregunta, ¿qué es el amor? A continuación vemos dos grandes chimeneas de un viejo complejo que está siendo explosionado de manera controlada: entre ambas torres, la palabra amor en grandes letras capitales, palabra que resultará sepultada cuando ambas viejas chimeneas se desploman sobre ella... aunque unos momentos después vemos que la palabra sigue ahí, a pesar de todo... A partir de ese momento veremos varias pequeñas historias, siempre en forma de viñetas de animación, con escenas de la vida (más o menos) cotidiana, relacionadas, de una forma u otra, con ese amor al que Raymond Carver intentaba aproximarse en su célebre libro de relatos De qué hablamos cuando hablamos de amor.
Una joven pareja fumando (quizá no tan) despreocupadamente en la playa; un indigente que se detiene ante el maniquí de un escaparate, al que llama Mildred entre gritos y sollozos de borracho, pidiéndole que vuelva; una chica, apenas una adolescente escolar, que se asoma al vacío desde lo alto de un rascacielos, acaso vencida por la pena de un desamor, sentimiento que a esas edades puede ser letal; dos personas desconocidas entre sí, hombre y mujer, en un supermercado mientras trastean en Tinder buscando una pareja que le guste, hasta que ambas se hacen “match” mutuamente, sin saber que están hombro con hombro, que esa persona que le gusta está a solo unos centímetros; un joven bajo la lluvia con un ramo de flores llama insistente e infructuosamente a un porterillo, mientras los pétalos del ramo van cayendo, uno tras otro, por la acción del agua; un hombre y una mujer que se cruzan cada día, una y otra vez, y él siempre se detiene, dubitativo, mientras mira hacia atrás, a la chica...
Una rica, variada, sugestiva, a veces desalentada taracea sobre el amor. Todo ello, y otras escenas más, será amor; todo ello, y otras escenas más, será desamor. Con un aliento nítidamente existencialista, Mielgo nos presenta estas microhistorias sin comienzo ni final, apenas unos flashes que nos muestran momentos de vidas, bien de parejas, bien de personajes solitarios, unos que creen vivir (y quizá sea cierto) en el amor, otros que lo han perdido tal vez irremisiblemente, en un a modo de caleidoscopio sobre esa condición humana que nos hace buscar, a veces contra toda esperanza, alguien con quien compartir la vida; o diez minutos, que el amor no sabe de duraciones preestablecidas...
Técnicamente hablando, Mielgo ha utilizado pinturas digitales realizadas por él mismo (como si fuera un hombre-orquesta, además de escribir el guion, dirigir, encargarse de la dirección de arte y coproducir), con un tratamiento informático con herramientas profesionales como Maya 3D y Adobe After Effects. El resultado es espléndido, un “cartoon” adulto, con figuras buscadamente antropomórficas aunque con toques de originalidad artística, pintados con colores oscuros que sin embargo nunca resultan sombríos, con tonos urbanos para gente que busca el amor, o lo refuta tras algún sinsabor romántico.
Con una exquisita banda sonora, en la que impacta especialmente un tema de Soko, We might be dead to by tomorrow, que resulta que ni pintiparado (“...amemos libremente, amemos fuerte, amemos ahora, porque pronto moriremos...”), El limpiaparabrisas nos descubre un talento genuino, un talento que utiliza toda una panoplia de herramientas técnicas, infográficas, esas herramientas que dan forma a la magia del CGI, de la animación digital, para hablarnos del mundo, de nosotros, de nuestra necesidad de amar sobre todo, sobre todos.
(29-03-2022)
15'