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El catalán Jaume Collet-Serra (Barcelona, 1974), afincado en Estados Unidos desde 1992, es uno de los escasos cineastas españoles que ruedan con habitualidad en ese Hollywood en el que muchos quieren meter cabeza pero en el que pocos (como Jaume) consiguen hacerlo. Como director empezó con un slasher de libro, La casa de cera (2005), en la que demostró una capacidad innata para provocar, aunque también que le quedaba mucho por aprender. Pero ciertamente lo hizo, primero todavía dentro del terror, con La huérfana (2009), que mostró ya avances en su caligrafía. Su encuentro con Liam Neeson como actor le deparará una colaboración (que cuando se escriben estas líneas no ha finalizado) al conseguir un apreciable éxito de taquilla con el thriller de acción Sin identidad (2011), al que siguieron, en la misma línea, Non-stop (Sin escalas) (2014) y Una noche para sobrevivir (2015), todas ellas con Neeson como (algo talludito, eso sí) héroe de acción, aunque siempre en una faceta de hombre corriente y moliente que se enfrenta a retos que parecen insuperables.

El relativo fracaso económico de esta última parece que encaminó a Collet-Serra hacia nuevos caminos, y así hace Infierno azul (2016), thriller en su variante de “cine de catástrofes”, con una Blake Lively acosada en un mínimo islote por un tiburón de aviesas intenciones. Ahora Collet-Serra vuelve a colaborar con Neeson en este (como casi todos los que han hecho juntos) curioso thriller de acción de intrincada trama. El protagonista, Michael, es un profesional de clase media con una vida inmersa en la “aurea mediocritas”, que está preparando, con su mujer, el ingreso de su hijo adolescente en una buena universidad. Sin embargo, ese día es despedido sin miramientos de su trabajo. Mientras vuelve a casa en el tren de cercanías, una mujer se le acerca y le hace una proposición no precisamente indecente (o sí, según se mire...): tiene que detectar a cierto pasajero inusual en ese tren, y ello le reportará un dinero muy curioso...

Con El pasajero, como ya ocurría con los últimos títulos de Collet-Serra, se demuestra que este cineasta catalán de formación yanqui ya domina con soltura los recursos técnicos necesarios para hacer cine con elegancia, con donosura. Otra cosa, será, evidentemente, que lo que se nos cuente tenga más o menos altura. En cualquier caso, estamos ante un thriller de acción que fía su interés en prender la atención del espectador sobre el desenlace de la historia: una celada al protagonista, encerrado en un tren del que no puede salir salvo que haga lo que se le exige, con riesgo para sus seres queridos, una trama llena de vericuetos en la que habrá de descubrir a quién se le pide encontrar y, sobre todo, quién lo ha emboscado tan bárbaramente. Estamos entonces ante un artefacto de intriga y acción, solventemente resuelto por Collet-Serra, con algunas escenas, como la de la lucha con el villano afroamericano en un vagón desierto (extremo justificado por un oportuno fallo en el aire acondicionado...), filmada en un único plano de al menos dos minutos de duración, en un espacio tan angosto y con una violencia tan inusitada que desde luego admira por la fineza del trabajo realizado por director y especialistas.

No se le pueden pedir muchas más peras al olmo, si bien es cierto que no es El pasajero el típico film al uso de mamporros: las referencias literarias que la salpican (de Cumbres borrascosas a La letra escarlata, de El conde de Montecristo a, sorpréndanse, nuestra Fuenteovejuna –ésta de forma representada, no en forma literaria--), confirman que no estamos ante la tópica película de encefalograma plano en la que el nivel de lectura del protagonista se detiene en las páginas de deporte del periódico, sino que hay un calado, un poso detrás, que tiene su interés. Porque, además, esas referencias literarias, lejos de ser meras alusiones vistosas para enriquecer tramposamente el film, tienen su reflejo en la propia trama, no están ahí porque sí.

Otra cuestión interesante es el meollo de la historia, el dilema moral al que se verá abocado el protagonista, emparedado entre Guatemala y Guatepeor: que la duda se despeje en la forma más filantrópica posible no deja de sorprender en un género que generalmente cultiva con fruición el egoísmo, la tribu, lo más próximo, y menosprecia, cuando no ataca, lo ajeno, el otro, el desconocido cuyo destino se nos da una higa.

No estamos ante una gran película, pero sí ante un film que cumple su cometido: entretener, sin avergonzarlo, al espectador; generar la correspondiente dosis de adrenalina, aunque, es cierto, a veces con un exceso de inverosimilitud, no solo por la alambicada trama, sino por algunas de sus consecuencias (véase el descarrilamiento del tren...); conseguir un grado de tensión apreciable, tanto por el progresivo acorralamiento del protagonista (con el que el espectador, es obvio, establece rápidamente vínculos de identificación) como por el liberador desenlace (no descubrimos nada: en este tipo de films nunca ganan los malos; eso se queda para la realidad...). En resumen, un entonado artefacto de intriga y tensión, razonablemente bien resuelto, a pesar de que, de sus tres guionistas, dos hacen con este su primer libreto para el cine, por lo que habrá que convenir en que Collet-Serra, además de dirigir apañadamente, ya es capaz hasta de mejorar los guiones bisoños, lo que viene a ser lo más próximo a un elogio...

Liam Neeson está bien en su papel, el hombre zarandeado por los hechos que se precipitan sin poder evitarlo, y que ve como su plácida existencia de “middle-class” se ve brutalmente aniquilada por sucesivos golpes del destino (aunque ese destino tenga el hermoso rostro de una Vera Farmiga seductoramente malvada...). Se permite además reivindicar su clase, algo poco frecuente, cuando la clase media, en Hollywood, pero sobre todo aquí, en España, es el pimpampum preferido de los cineastas que hacen cine gracias a los impuestos que pagan. Del resto del reparto me quedo con el rostro fascinante de Ella-Rae Smith, una jovencísima actriz que se come la cámara en los escasos planos de que dispone. Y, claro está, Clara Lago, la cuota española, junto a Collet-Serra y el músico Roque Baños, en un film que, con tanto español dentro (y Fuenteovejuna...), parece la coproducción hispano-norteamericana que no es...


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105'

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El pasajero - by , Jan 31, 2018
2 / 5 stars
Entretenido artefacto de intriga y tensión