Pelicula:

René Clément (Burdeos, 1913 – Mónaco, 1996)  fue uno de los nombres fundamentales del cine francés de postguerra. Empezó a hacer cortos y documentales a partir de 1935, para debutar en el largo de ficción en 1944. De él se recuerdan varios títulos de interés, como Juegos prohibidos (1952); su obra maestra, A pleno sol (1960), sobre la novela de Patricia Highsmith; y ¿Arde París? (1966). Su cine transitó mayoritariamente por los senderos del thriller, del policíaco, del “film noir”.

Clément era brillante e incisivo, si bien en esta El pasajero de la lluvia no consiguió una de sus mejores obras. La historia se ambienta en la Costa Azul, hacia finales de los sesenta; Mélancolie es la mujer de Tony, piloto de líneas aéreas que está constantemente fuera de casa en sus viajes de trabajo; un día de mucha lluvia llega a la localidad un hombre extraño; más tarde ese hombre entra en casa de Mélancolie y la viola. Ella, en una primera instancia, piensa en denunciarlo a la Policía, pero finalmente no lo hace, quizá temiendo la reacción de su machista marido. Cuando encuentra al violador en el sótano, le dispara dos tiros de escopeta y lo mata, arrojándolo al mar. Pero al día siguiente un norteamericano, Harry Dobbs, la interpela preguntándole por qué lo mató...

Si tiene una característica principal El pasajero de la lluvia es su tremendo machismo, lo que podríamos llamar un machismo ambiental, consustancial a la historia, que impregna absolutamente a los personajes, a las situaciones. Por supuesto, no se pueden valorar las obras fuera del contexto en el que se realizaron, y a principios de los setenta el machismo era algo inherente a la sociedad, incluso a la muy liberal francesa. Pero aquí es llamativo de qué forma la protagonista es un pelele en manos del americano, que la chulea como quiere, la tortura psicológicamente, la acosa constantemente como un bellaco, hace con ella lo que le da la gana. Y el marido otro tanto. El papel de la mujer aquí, entonces, es el de mera marioneta, el de una bonita muñeca, siempre perfectamente ataviada, maquillada y peinada, pero un cero a la izquierda, débil, desvalida, totalmente vulnerable, alguien sin capacidad ni voluntad alguna.

Ya decimos que, por supuesto, no se puede descontextualizar una película hecha medio siglo antes de cuando escribimos este texto, pero debe tenerse en cuenta porque incluso para la época los niveles de machismo son exageradamente altos. Tampoco ayuda el personaje del americano, un tipo cargante que parece tener cualidades taumatúrgicas, con esa sonrisita permanente de sabelotodo, un individuo al que guionista y director confieren arbitrariamente cualidades cuasi omniscientes. Teniendo en cuenta que el guionista fue Sébastien Japrisot, que algunos años más tarde lo sería también de Historia de O (1975), epítome del cine “softcore” sobre el sadomasoquismo, se entiende mejor. Porque la brutalidad que se presenta sobre las mujeres, en concreto sobre la protagonista, será ciertamente insoportable, especialmente en la escena de la chica en el burdel de lujo (otro rasgo de la estupidez que le adjudican los autores del film, meterse sola en la boca del lobo...), de donde la tiene que rescatar, cómo no, el americano, en plan superhéroe y “macho-man”.

Ese acoso del americano a la francesa violada y vengadora de su ultraje constituye el meollo del film, pero a la vez también su parte más débil, pues todo gira en torno a cómo Dobbs va a hacer confesar a Mélancolie (qué nombre tan propio...) lo que él, desde su omnisciencia, sabe desde el principio. La trama entonces se alarga innecesariamente y se dedica a dar vueltas sobre el mismo asunto, sin que la historia apenas avance. Así las cosas, El pasajero de la lluvia queda como un thriller muy de su tiempo, de cargadas tintas machistas incluso para su época, de una brutalidad desmedida en el cine de los setenta, en el que las mujeres son todas tontas o putas, o ambas cosas; claro que, como repiten algunas de las féminas en varios momentos del film, los hombres, a su vez, son todos unos cerdos. Y lo cierto es que, a la vista de los especímenes que pueblan el film, no es una afirmación desacertada...

Hay curiosidades tales como que la protagonista vaya siempre vestida de blanco, quizá como símbolo de su pureza, sin que en ello influya la violación de la que ha sido objeto. También es curioso que el el violador se llame MacGuffin, que, como nombre común, “macguffin”, se utiliza en el cine desde Hitchcock como forma de denominar una excusa argumental, un motor anecdótico de la trama, que la hace avanzar, pero sin mayor relevancia; es llamativo que, quizá por primera vez, se otorgue ese nombre, con el significado que conocemos, al personaje de una película.

En el reparto, Marléne Jobert, que era una estrella en el cine francés de la época, resulta convincente en su papel de mujer desvalida y zarandeada por todo hombre que aparezca en la película. Charles Bronson, en esta incursión que hizo en el cine francés, también resulta creíble en su papel, aunque las dotes casi taumatúrgicas que le confiere el guionista y el director, lógicamente, juegan en su contra. Aquí Bronson todavía hacía cine de interés, aún lejos de que, a partir de El justiciero de la ciudad (1974), descubriera la veta del vengador justiciero en la que lamentablemente se especializó desde los años ochenta hasta su muerte. La película, con música del ya entonces famoso Francis Lai, ganó un Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera.

(01-03-2020)


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120'

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El pasajero de la lluvia - by , Mar 01, 2020
2 / 5 stars
Los hombres son unos cerdos