Pelicula:

A raíz del éxito del thriller delincuencial en clave quinqui que estrenó con excelente acogida comercial José Antonio de la Loma en Perros callejeros (1977), abriendo un venero que él mismo explotaría, pero también otros cineastas de muy distinta procedencia y talento (véase el caso de Carlos Saura y su aproximación al subgénero en Deprisa, deprisa), Eloy de la Iglesia, finiquitada ya la etapa de los amores turbios que desarrolló durante la segunda mitad de los años setenta (La otra alcoba, Los placeres ocultos, La criatura, El sacerdote, El diputado), y habiéndose estrellado con su muy floja Miedo a salir de noche, ensaya la fórmula del cine de pequeños delincuentes del lumpen con Navajeros (1980) y Colegas (1982).

Como comercialmente los films funcionaron razonablemente bien, De la Iglesia acometió seguidamente El pico (1983), que incidía en temas como la adicción a los estupefacientes, contando una historia de yonquis en el País Vasco, en la que el hijo de un guardia civil y el de un militante de la izquierda abertzale radical, contra todo pronóstico, se amistarán, cayendo ambos sin embargo en el consumo de heroína.

El éxito aún mayor de esa nueva entrega del subgénero haría que De la Iglesia y su coguionista habitual, Gonzalo Goicoechea, más la aportación del dramaturgo Fermín Cabal, enjaretaran el libreto de una segunda parte, esta El pico 2, dando una vuelta de tuerca más al tema, en la que el hijo del miembro de la Guardia Civil se verá envuelto en un turbio asunto criminal, con lo que da de nuevo con sus huesos en la cárcel, donde recaerá en la droga y sufrirá todo tipo de problemas y sevicias.

Eloy de la Iglesia filma con su habitual efectismo este intento infructuoso de aproximación a una realidad tenebrosa, la de la adicción masiva de la juventud lumpen a drogas duras como el pérfido “caballo”, que especialmente en aquellos años, los ochenta, fue un fenómeno pavoroso. Ese intento de realismo tremendista quizá sea el único mérito de este por lo demás mediocre producto, inferior a la primera parte, que se benefició de un original planteamiento y una fresca realización.

En el reparto, José Manuel Cervino, que interpretó en la primera entrega el personaje del guardia civil con hijo yonqui, fue sustituido por el siempre solvente Fernando Guillén, por lo que en ese sentido el film no se resintió. Sin embargo, el protagonista, José Luis Manzano, el último descubrimiento del director en aquella época, ciertamente no estaba a esa altura, siendo sus virtudes su palmito y poco más. Como varios de los actores amateurs que saltaron a la fama dentro de aquel subgénero de quinquis (Ángel Fernández Franco en Perros callejeros, José Antonio Valdelomar González en Deprisa, deprisa), Manzano murió muy joven, a consecuencia de una sobredosis de droga. Como curiosidad, tiene un pequeño papel Gracita Morales, la gran actriz de la comedia española de los años sesenta y setenta, en este caso de corte dramático.


El pico 2 - by , May 09, 2018
1 / 5 stars
Efectismo tremendista