El primer gran asalto al tren

En 1855, durante la guerra franco-anglosajona, los soldados ingleses eran pagados gracias al oro de Crimea que era transportado en tren hasta Londres. Las medidas de seguridad eran muy fuertes, pero la suma de oro reunido era tal, que los bribones más astutos y pícaros del hampa londinense se propusieron robarlo con el tren en marcha...

Michael Crichton, el realizador de este film, fue un hombre que se inició en la literatura de ciencia-ficción, género en el que conquistó justa fama, con novelas como La amenaza de Andrómeda, obras que fueron con frecuencia llevada a la gran pantalla, en films como Parque Jurásico (1993), de Spielberg, Esfera (1998), de Barry Levinson, o Sol naciente (1993), de Philip Kaufman, entre otros. El propio Crichton también dirigió varios films, como Westworld. Almas de metal (1973), Coma (1978) y esta El primer gran asalto al tren (1978).

Aunque generalmente Michael Crichton se movió, tanto como novelista como guionista y director de cine, dentro del género de la ciencia ficción, en la película que comentamos se adentró en el vistoso género (aunque no es fácil de hacer bien) de la aventura, en este caso en la mejor tradición de cine de atracos, que tiene una larga nómina de buenos referentes, sin ir más lejos la espléndida Atraco perfecto, de Kubrick, o la no menos buena Rififí, de Jules Dassin.

Con la buena materia prima de su propia novela The great train robbery, guionizada por él mismo, Crichton dirige con buen pulso una película entretenida, sin problemas, que pretende hacer pasar un buen rato al espectador. La historia va tomando cuerpo en dos partes bien diferenciadas, por un parte la obtención de los duplicados de las llaves que abren la caja fuerte del tren, y por otro lado el atraco en sí mismo, realizado con agilidad narrativa y buen trabajo de Sean Connery, que ejecuta por sí mismo todos las escenas arriesgadas, sin ser sustituido nunca por un especialista. Al buen sabor de boca que deja la película contribuye decisivamente una excelente fotografía en color del maestro Geoffrey Unsworth, y la música apropiada y funcional del no menos magistral Jerry Goldsmith. La ambientación está muy cuidada, recreando entonadamente los paisajes urbanos del Londres del siglo XIX y los rurales de sus cercanías.

En cuanto a la interpretación, Connery, más Lesley-Ann Down y Donald Sutherland, que encabezan el reparto, hacen una labor aceptable, bien secundados por una serie de buenos actores característicos, consiguiendo todos ellos, junto al equipo técnico, un film amable, entretenido, de buena calidad formal, que cumple holgadamente su objetivo de presentar al público un muy digno cine de evasión.

(28-10-2022)