Tras la celebración de la semana de la moda, una pareja de modelos, famosos influencers en Instagram, son invitados a un crucero de lujo de millonarios y gente podrida de dinero que ejercen su despótico poder sobre la tripulación, de la que tan sólo Thomas, el capitán marxista, no da su brazo a torcer. Los pasajeros millonarios, como el ruso que vende fertilizantes que rivaliza con otro que vende armas, derrochan el dinero.
Es tradicional que el capitán, que se pasa parte del tiempo borracho en su camarote, invite una noche a cenar a los pasajeros, y elige el jueves a pesar de que hay prevista una gran tormenta. Todos los pasajeros acaban con vómitos y malestar, estando sometidos a los tripulantes que habitualmente los soportan. El crucero termina hundiéndose, y ante eso de nada vale la riqueza, salvándose apenas una docena, la pareja de modelos, varios ricos y Abigail, la señora filipina de los lavabos, que logran llegar a una isla desierta.
A partir de ese momento los hechos toman un giro inesperado y el poder se invierte, ya que los ricos son unos inútiles, que no saben ni encender un fuego, pescar o buscar comida, la única que sabe es Abigail, ella es la que manda, que los castiga si se portan mal dejándolos sin comer.
La película comienza con un casting de modelos, después Carl y Yaya se pelean en un restaurante por pagar la cara cena. A continuación se nos muestran los caprichos de los ricos que se saltan las normas. Viene la tormenta y el naufragio y la llegada a la isla que ocupa la tercera parte.
El guion tiene tres partes: Carl y Yaya, El yate y La isla, cada vez más disperso, con escenas de situaciones absurdas algunas de las cuales se podían haber suprimido y se hubiera acortado el excesivo metraje. Hay otras en la segunda parte en las que se critica la situación política y el dinero que no sirve de nada para sobrevivir en un naufragio, como se ve en la tercera parte. Claramente se basa en un guion disperso, desordenado, sin historia, con escenas sueltas que no guardan una gran relación.
El reparto está formado por actores que no son conocidos, salvo Woody Harrelson, que asume el puesto del borracho capitán, que no es el protagonista de esta historia, función que le arrebatan los modelos Harris Dickinson y su pareja Charlbi Dean, muriendo ella poco después de presentarse el film en Cannes, con sólo 32 años.
La dirección del sueco Ruben Östlund, del que se conocen en España Fuerza mayor (2014), que ganó el Giraldillo de Oro en el Festival de Sevilla, que goza de cierto prestigio en algunos sectores de la crítica, no nos parece una maravilla; The Square (2027), con la que ganó la primera Palma de Oro en Cannes, y ahora El triángulo de la tristeza (2022), que tampoco la creemos acreedora a la segunda Palma de Oro en el pasado Cannes.
La interpretación no ofrece ninguna complicación, es más, creemos que algunos actores están pasados de rosca.
En definitiva, una tediosa sátira sobre el capitalismo y la política que no deja títere con cabeza sobre el mundo de la moda y de los millonarios, con la que se pretende hacer reír.
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