Pelicula:

Paul Verhoeven empezó a hacer cine en su país, Holanda, en los años sesenta, aunque no sería hasta los setenta que conseguiría el éxito, incluso internacional, con el drama erótico (que terminaba en tragedia) Delicias turcas (1973). En los ochenta llamó la atención en algunas costeadas coproducciones europeas como Los señores del acero (1985), que revelaban buen pulso narrativo y fuerte carácter. En Hollywood entró por la puerta grande dirigiendo los clásicos modernos RoboCop (1987) y Desafío total (1990), con la estrella Schwarzenegger, para, con Instinto básico (1992), hacer el film por el que pasará a la Historia del Cine, no tanto por sus virtudes cinematográficas (era bastante tramposo y confuso), sino por constituirse en un mito erótico por varias escenas, en especial por una, que ha sido repetida, remedada, parodiada hasta la saciedad. Con su siguiente film, Showgirls (1995), se dio el batacazo del siglo, y la posterior y endeble Starship Troopers (1997) no le sacó del marasmo. Ya en el siglo XXI, de vuelta en Europa, apenas ha hecho algún que otro título, como El libro negro (2006), ambientado en la resistencia holandesa durante la Segunda Guerra Mundial.

Elle es su nueva película de la década de los años diez del siglo XXI, una controvertida coproducción franco-germano-belga, en línea con su frecuente vena provocativa. Sobre la novela de Philippe Djian, Verhoeven plantea la historia de una mujer, alrededor de la cincuentena, Michèle, empresaria del sector de la creación de vídeojuegos, que sufre una agresión en su casa por parte de un enmascarado. La mujer, sin embargo, opta por no denunciar la violación; después nos enteramos de que tiene mala relación con la Policía, desde que, de niña, se vio envuelta en un turbio asunto: su padre mató a un buen número de personas, en un ataque de locura, y la involucró a ella en estos crímenes. Mientras Michèle intenta investigar por su cuenta quién fue el autor de la alevosa agresión, conoceremos también a su entorno familiar: su madre, ya anciana, que no cesa de insistirle en que vaya a visitar a su padre a la cárcel, antes de que muera, y que pasa sus últimos años con hombres mucho más jóvenes que ella; su exmarido, Richard, escritor más bien mediocre que se empareja con una chica mucho más joven, supuestamente admiradora de su obra (o no...); su hijo, Vincent, un imbécil redomado que no sabe qué hacer con su vida; su vecino, Patrick, felizmente casado con Rebecca, ambos devotos católicos, que parece tener cierto interés en la protagonista...

Tiene Elle la virtud (quizá también el defecto) de su intencionalidad provocadora: ahí es nada, una mujer que, tras una violación, se recompone como si nada y, lejos de realizar lo habitual en estos casos (visita al médico, denuncia a la Policía, etcétera), y estar contrita y cariacontecida, sigue con su vida y, por sus propios medios, intenta averiguar quién fue el tipo que lo hizo, mientras se precave de ulteriores posibles agresiones con distintos sistemas (reforzamiento de cerraduras, compra de espray anti-violación, prácticas de tiro...). Pero la violada no muestra signos de gran impacto emocional, y pronto veremos, de hecho, que quizá los tiros vayan por otro lado... Porque, y entramos en terreno vidrioso, lo que Verhoeven presenta en su film es el caso, evidentemente posible aunque no sea precisamente numeroso, de las personas que tienen una parafilia que les hace disfrutar del sexo solo en situaciones de violencia extrema, bien infligiéndola, bien recibiéndola. Estamos entonces en los conspicuos, delicuescentes terrenos del sadomasoquismo, solo que en este caso será un sadomasoquismo sobrevenido, no deliberado. Claro que en el sexo no todo puede ser premeditado...

Pulcramente filmada por un director más que veterano, Elle, no obstante, parece centrarse demasiado en su tema provocador, como si ese fuera el meollo de la historia. Presentar un caso como este, un tanto atípico, tiene el valor de poner en escena algo no demasiado frecuente, al menos en la vida cotidiana, pero parece que su atipicidad le resta precisamente credibilidad.

En cualquier caso, la película se deja ver, aunque es cierto que (como ya es norma en el cine contemporáneo, que no sabe cortar el negativo adecuadamente) un cuarto de hora o veinte minutos menos la hubiera aliviado de metraje innecesario y redundante.

Film valiente, entonces, en su cine a contra corriente, pero también insuficiente, demasiado apegado a su anécdota. Isabelle Huppert, como casi siempre, notable, si bien es cierto que aquí, a ratos, parece un poco fuera de la historia, como si no creyera demasiado en ella. Del resto nos quedamos con la presencia de la veteranísima Judith Magre, con noventa “tacos” cuando rodó esta película, en plena forma.

(28-10-2019)


Dirigida por

Género

Nacionalidad

Duración

130'

Año de producción

Elle - by , Oct 28, 2019
2 / 5 stars
Controvertida, vidriosa, provocativa